El designio de
la universidad de contribuir a transformar a la sociedad guatemalteca plantea
la necesidad de un proceso de redefinición de la acción académica, política y
administrativa de la Universidad.
Muchos intentos
de reformar la universidad se iniciaron desde los años setenta, pero las
condiciones para lograrlo, en especial por el conflictivo período que se vivió
durante esa época, no fueron las más favorables. Y si bien, posteriormente hubo
avances, es a partir del movimiento iniciado en el 2010 y formalizado con las bases
metodológicas aprobadas por el Consejo Superior Universitario a inicios de
2016, que una verdadera innovación interna podría ser posible. Las condiciones se
están dando, pero se necesita de la voluntad de todos para lograrlo.
Para el
cumplimiento efectivo de los fines de la universidad es fundamental que se
fomente y fortalezca una estructura funcional y adaptable a las cambiantes demandas
del nuevo siglo. Hoy por hoy, está demostrado que la organización que no se
renueva, no es capaz de responder a los tiempos que le corresponde afrontar y corre
incluso, el riesgo de desaparecer. Pero si bien en todo proceso de evolución se
realizan giros o cambios de dirección se requiere de un pensamiento estratégico
para responder a los cambios.
La
administración y la legislación universitaria necesitan actualizarse,
modernizarse y flexibilizarse para responder a los nuevos escenarios. Las normas y procedimientos administrativos actuales
limitan a quienes dirigen la Universidad.
Contraen la eficiencia y reducen la eficacia y por consiguiente, la
capacidad de respuesta a las demandas universitarias y nacionales. Y si a ello agregamos un concepto de
autonomía, ahogado dentro de la permanente dependencia de los fondos del
estado, las condiciones se hacen más
alarmantes. Es decir que, para contar
con una autonomía total, la universidad no sólo debe tener capacidad para
generar recursos adicionales que le permitan independencia para sobrevivir
cuando lleguen las crisis presupuestarias, también necesita de una fuerte preparación y una ágil estructura para hacer
frente a la incertidumbre que trae el futuro.[1]
Se demanda una
adecuada vinculación entre la acción administrativa y la académica que se
integra con las funciones de docencia, investigación y extensión. Pero no
debemos olvidar que ya no estamos en los años 70 u 80. El avanzado fenómeno de
la globalización o mundialización, el acelerado desarrollo de la tecnología y
los cambios en la forma de percibir la realidad nos obligan a reconceptualizar
esas tres funciones más allá de la visión positivista estática, lineal y
delimitante; se requiere de una vinculación holista y verdaderamente integrada que
además de lo relativo a las funciones, modifique una cultura organizacional
acomodada y desarticulada de un mundo en condiciones permanentemente
cambiantes.
La extensión
Se
señala en el marco de la reforma universitaria que en algunos casos la
extensión se encuentra desvinculada de los avances de la ciencia, la
tecnología, las humanidades y la memoria histórica, así como de las
aspiraciones y aportes de la sociedad guatemalteca, lo que limita las
respuestas efectivas al desarrollo del país. [2]
No obstante, y a pesar de que aun se carece de una visión compartida y
comprometida, la
Extensión de la universidad se perfila con proyectos y programas que repercuten
positivamente en la sociedad; es una de las fortalezas de la universidad que se
manifiesta no solo por medio de las unidades académicas sino también a nivel
institucional.
Falta mucho por
hacer, es importante mantener actualizadas y vigentes las principales áreas de
trabajo sobre las cuales puedan irse perfilando proyectos que articulen y
orienten las políticas de integración universitaria; la revisión y definición
de estrategias y acciones que garanticen los recursos financieros destinados a
la ejecución de las políticas, programas y proyectos, pero sobre todo el reconocimiento de que la extensión
universitaria se constituye en una estrategia que puede generar altos réditos
sociales de beneficio directo para las comunidades, pero que también es una
estrategia para el desarrollo académico y para contribuir a una formación profesional más efectiva y acorde a nuestra propia
realidad.
La docencia.
La actividad
creativa en la investigación y la solución de las necesidades por medio de la
extensión no podrán encontrar su mejor nivel sino parten de sólidos fundamentos
teóricos y científicos para la enseñanza y el aprendizaje. Esto requiere dar por sentado que vivimos en
un mundo incierto que no podemos predecir, que acaso podremos intentar
construir, y que, para construirlo de manera efectiva se demanda de un cambio
de visión en la forma de enseñanza. La
enseñanza tradicional, la enseñanza memorística, aquella en la que el docente
tiene la verdad y la última palabra, simple y llanamente, hace tiempo que ya no
es factible. Si queremos formar profesionales que respondan a la nueva realidad
que vivimos debemos someternos a cambios en nuestra forma de pensar y de actuar.
En
algunas unidades académicas se carece de políticas institucionales de formación
y actualización docente; en algunos casos también hay deficiencias de
conocimientos, así como carencia de prácticas éticas, andragógicas, pedagógicas
y didácticas del personal académico responsable del sistema educativo superior.[3]
La realidad
demanda cambiar actitudes, aprender a desaprender, generar la habilidad de
adaptarse para encontrar nuevas respuestas en armonía con una cultura de permanente
aprendizaje. Se requiere de la formación
del pensamiento crítico, de la acción reflexiva, de la fundamentación abierta y
adaptable, pero sobre todo de la capacidad de estimular pensamientos creativos
que lleven a la innovación y a generar respuestas a situaciones desconocidas
que sean congruentes con la vertiginosa realidad que nos envuelve.
Entonces es
necesario, que tanto docentes como estudiantes puedan, además de forjar la
habilidad para utilizar adecuada y selectivamente los conocimientos y de
seleccionar las nuevas herramientas que la tecnología nos proporciona, formar
con sólidos valores y respeto al medio social y natural.
Es
incuestionable que se requiere un cambio de enfoque, de una nueva epistemología
y de nuevos fundamentos teóricos y sociales, pero de nada servirían sin un
cambio de actitud para enfrentar los cambios que sufren nuestras sociedades en
este acelerado siglo. Hoy más que nunca debemos involucrarnos
participativamente en los procesos educativos y de proyección que la
universidad pueda tener hacia la sociedad. La educación superior no sólo debe
prepararse para enfrentar adecuadamente el fenómeno global sino constituirse en
baluarte para conservar y fortalecer los valores culturales y la identidad de
nuestros pueblos.
La investigación:
Reza
la misión de la universidad que promoverá por todos los medios a su alcance la
investigación en todas las esferas del saber humano y cooperará con el estudio
y solución de los problemas nacionales. La visión institucional indica que la
universidad está comprometida con el desarrollo científico, social, humanista y
ambiental y demanda de un accionar claro de la función de investigación.[4]
Sin
embargo la investigación se desarrolla con limitaciones académicas, políticas y
financieras y no siempre se traduce en la generación de conocimientos,
explicaciones teóricas y propuestas que influyan en la definición de acciones y
estrategias que contribuyan con impacto, a la solución de los problemas
nacionales y el fortalecimiento académico.
En el informe
de indicadores del Sistema de investigación de la Universidad de San Carlos de
Guatemala de 2012 a 2014,[5] presentado este año, se
observa que quedan muchos centros de investigación excluidos y que de los 27
que han sido atendidos en el trienio, solo 4 suman más de 2 proyectos.
Pero este no es
un tema que afecte únicamente a la universidad. Si revisamos la relación ente la inversión en
investigación y desarrollo y el Producto Interno Bruto, Guatemala tiene un
0.04%, en tanto que Corea tiene el 4.36%, es decir más de cien veces y si
queremos relacionarlo con un país de características más similares, Costa Rica
tiene 0.47% es decir, más de 10 veces en relación con nuestro país. [6]
En los ranking de
universidades, los parámetros de medición se reflejan principalmente en
indicadores de producción en investigación, relacionados con el número de
publicaciones, revistas arbitradas, número de citas o referencias. Otros criterios utilizados son la reputación
institucional, la aceptación de los empleadores, la inversión en investigación,
la proporción entre alumnos y docentes, el número de docentes con doctorado e
incluso por el impacto en la WEB.[7] Lo que generalmente no se mide es el impacto
y servicio que las universidades tienen en la sociedad.
En el ranking
web de universidades la USAC se encuentra en la posición 2,700 a nivel mundial
entre 23,892 universidades y, a nivel latinoamericano en el puesto 210 de 3,735. Este ranking se construye a través de datos
publicados en la web abierta, indizados por los motores de actividad e impacto,
es decir por la visibilidad en la web.[8] Estos datos no son determinantes ni definen
lo que somos, pero sirvan como parámetros de referencia que obedecen a
distintas realidades. Pero no deja de ser interesante cuestionar ¿en qué lugar
se encontraría nuestra universidad si se valorara dentro de los indicadores la
extensión y el servicio? y ¿en qué lugar se encontraría si tuviéramos una mayor
inversión en investigación?
Sobre la vinculación de
funciones
De acuerdo con
la problematización realizada para la Reforma Universitaria, la vinculación de
la USAC con la sociedad guatemalteca adolece de algunas situaciones a superar. Entre
ellas, no se estudia de manera estructural y científica
la problemática nacional, por lo mismo no se proponen soluciones concretas; no
se toma en cuenta la coyuntura ni se difunde ese conocimiento en todos los
ámbitos del país; tampoco se profundiza en el análisis de los procesos que la
generan. Esto aunado a la ausencia de políticas institucionales, que aglutinen
los esfuerzos en las instancias del estado donde la Universidad tiene
representaciones, dan como consecuencia limitada participación e incumplimiento
en la búsqueda de propuestas de solución a la problemática nacional. [9] Esta vinculación depende de manera clara de
esfuerzos integrales entre investigación, docencia y extensión, pero también con
el ámbito político administrativo.
Las
posibilidades del futuro se encuentran en campos heterogéneos, en donde la
pureza académica tradicional de materias o áreas segmentadas ya no tiene
cabida. El nuevo futuro está en la
apertura de mentes y en el trabajo integrado para encontrar soluciones multidisciplinarias
e interfuncionales que se adapten a las condiciones inciertas a las que nos
enfrentamos.
La estrecha
interacción universidad-sociedad se encuentra en la esencia de los programas de
extensión universitaria, pero la extensión requiere del alimento de la
investigación y por supuesto de una solida actividad académico docente. Estos criterios deben sobrepasar las bases
epistemológicas del positivismo y enfocarse en una visión más orientada a la
visión holista con participación abierta y transdiciplinaria.
La universidad
tiene una tarea indeclinable a la que debe hacer frente por medio de sus ejes
de acción estratégica, sus áreas de desarrollo y sus programas y proyectos. Precisa
estimular el pensamiento creativo y promover la innovación y el emprendimiento
para fortalecer la capacidad de responder de manera efectiva y oportuna a las
demandas del medio y de una realidad en permanente cambio. Pero sobre todo
necesita de la voluntad política de todos los universitarios para fortalecer la
acción consensuada y la disposición de innovar y cambiar los tradicionales paradigmas
que la han orientado por muchos años.
Finalizo con
las palabras de un célebre científico:
No
pretendamos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo.
A.
Einstein.
Byron Rabe
28 de abril de 2016
[1] Byron Rabe.
Presentación. Cuadernos de
Extensión. Dirección General de
Extensión Universitaria. (USAC, 2004), 6.
[2] Universidad
de San Carlos de Guatemala, Metodología y bases para la organización de la
reforma universitaria. (USAC. 2015), 33.
[3] Universidad
de San Carlos de Guatemala, Metodología y bases para la organización de la
reforma universitaria. (USAC. 2015), 32.
[4] Ibid, 33.
[5] Ruth Sosa, et
al. indicadores del Sistema de investigación de la Universidad de San Carlos de
Guatemala de 2012 a 2014 (Guatemala, 2016), 36.
[6] Red de indicadores de ciencia y tecnología,
interamericana e iberoamericana.
Disponible en http://www.ricyt.org/indicadores
[8] Ranking Web
de Universidades. Edición de junio de 2016 disponible en http://www.webometrics.info/es,
[9] Universidad
de San Carlos de Guatemala, Metodología y bases para la organización de la
reforma universitaria. (USAC. 2015), 35.
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