jueves, 18 de julio de 2019

Las grandes visiones epistemológicas a partir del siglo XX


Serie: Epistemología, filosofía y Diseño 3 [1]

Tevny Grajales comenta que otros pensadores como William James tergiversaron las ideas de Peirce al afirmar que la verdad es el nombre de cualquiera cosa que pruebe ser buena en dirección a nuestra creencia. “Lo que significa que no interesa la verdad sino lo que creemos que es la verdad”.[2] También señala que James y Dewey adoptan una visión humanística de la verdad que concluye en que el conocimiento es un constructo humano y social por lo que es posible conocer sin contar con criterios trascendentales. Y que, por el contrario, Peirce introdujo una dimensión metafísica en el pragmaticismismo[3] y sostuvo que la búsqueda del conocimiento es una forma de asociación libre o pensamiento creativo que emula la mente divina. Para Peirce, el conocimiento es acumulativo y auto correctivo. Peirce, en ese entonces, ya estaba revisando una de las discusiones que tomarían mayor auge en la segunda mitad del siglo XX, la relativa al objetivismo y el subjetivismo.

En los años veinte del siglo XX, surge el Círculo de Viena, que define el análisis lógico como método de la ciencia sobre la base de la eliminación de cualquier referencia a la metafísica, ya que no se puede llegar al conocimiento de aquello que esté más allá de la experiencia. Se define una clarificación de conceptos basados en el empirismo, que se fundamenta en los datos sensoriales que, además, sirven de demarcación de la ciencia. El círculo consolida el positivismo lógico que se ocupará de desarrollar la lógica matemática aplicada a las distintas áreas de la ciencia.[4] Por lo que abarcaban campos de estudio como el método, el lenguaje científico, las teorías y los hechos, los conceptos y las leyes, la predicción y la explicación, todo dentro la racionalidad científica.[5]

Karl Popper (1902-1994), en su obra escrita en 1934, La lógica de la investigación científica,[6] expone que el criterio empírico del neopositivismo del Círculo de Viena no se sostenía, ya que entonces la ciencia tampoco tendría significado. Popper insistió en que el desarrollo de la ciencia es indiscutible, para él era esencial el carácter racional y empírico del conocimiento científico, puesto que si dejara de desarrollarse perdería ese carácter. Planteó una epistemología sin sujeto cognoscente, en la que el conocimiento nace de los problemas y no de la verificabilidad de los hechos empíricos. Popper consideraba el progreso científico como el repetido derrocamiento de teorías científicas y su reemplazo por otras mejores o más satisfactorias. La tradición filosófica en la que se sitúa Popper se enmarca en el racionalismo crítico, en el que la discusión crítica es el camino para ampliar el conocimiento, que siempre será conjetural o hipotético.[7]

Si bien el positivismo logra conectar las visiones racionalistas y empíricas, su preponderancia durante el siglo XX, fue duramente criticada por la tendencia a transformar la complejidad sociocultural en datos e información posible de estandarizar por medio de procesos y análisis estadísticos de los fenómenos sociales.

A raíz de las críticas al positivismo, se fue haciendo más evidente la reinterpretación del dualismo clásico entre objetivismo y subjetivismo. Bourdieu (1930-2002) se refiere a este dualismo de la siguiente manera: “de todas las oposiciones que dividen artificialmente a la ciencia social, la fundamental y la más ruinosa es aquella que se establece entre el subjetivismo y el objetivismo”.[8]

Los objetivistas explican los fenómenos con base en datos concretos; su interés central está en la formulación de leyes universales mediante la búsqueda de causas y efectos. La visión objetivista se representa por las tendencias positivistas, ya que se vale del dato que se puede demostrar. Dentro de estas posturas, pierde relevancia el sujeto cognoscitivo debido a que el mundo está regido por leyes y por tanto no puede controlar los fenómenos. En el otro extremo, se encuentran las visiones subjetivistas que pretenden una comprensión del fenómeno social, dando a lo subjetivo el valor principal como fuente de información. Antes de generar leyes o postulados, buscan describir y comprender los escenarios y fenómenos particulares. Este dualismo ha tenido una construcción histórica de gran incidencia en los métodos del conocimiento contemporáneo. El objetivismo y el subjetivismo contribuyen a explicar la principal dualidad actual en materia epistemológica: el positivismo y la fenomenología.[9]





[1] El contenido de los textos de esta serie ha sido adaptado de: Byron Rabe. “Análisis de las bases epistemológicas e institucionales en la enseñanza del diseño y la creatividad”. (Tesis doctoral. Universidad de San Carlos de Guatemala, 2017)

[2] Tevni Grajales, “La cosmovisión”, 5.

[3] Término que el mismo Peirce asigna al Pragmatismo para diferenciarlo de las ideas de James y Dewey.

[4] Si bien los positivistas lógicos aceptaban la separación entre la filosofía y la ciencia, redujeron la epistemología a cuestiones de la lógica interna de los elementos que componen las teorías científicas usando el método de análisis lógico.

[5] Jiménez, Epistemología, 86-90.

[6] Karl Popper, La lógica de la investigación científica, (Madrid: Tecnos, 1980).

[7] Jiménez, Epistemología, 113.

[8] Pierre Bourdieu, El sentido práctico, (Buenos Aires: Siglo XXI, 2007), 43.


[9] La fenomenología no sólo se limita a la intuición del mundo perceptual sino que acepta varias formas de concebir la realidad. Entiende que cada objetividad se muestra de distinto modo en cada conciencia, en función del propio ser o esencia. Por eso entiende que las cosas físicas pueden hacerse presentes de diversos modos, ya sea como objetos matemáticos, como leyes lógicas, como valores estéticos o éticos y también como vivencias.

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