Uno de los propósitos de la epistemología ha sido la
determinación de las pautas que orientan el estudio de los fenómenos de la
ciencia. Las diferentes posturas al respecto han estado sujetas a distintos
criterios e ideas, algunos de estos, incluso, han tenido posiciones en contra
de la existencia de la epistemología.
Las
posturas contrapuestas en las tradiciones filosóficas se remontan a los
filósofos clásicos, Aristóteles y Platón. Para Aristóteles, el conocimiento
consistía en generalizaciones que derivaban, en primera instancia, de
información obtenida del mundo exterior; en tanto que, para Platón, los datos
sensoriales eran, en el mejor de los casos, una distracción del conocimiento,
el cual provenía de la razón pura. Para Berman, estas posiciones denominadas
empirismo y racionalismo, constituyeron la herencia intelectual de la cultura
occidental hasta Descartes y Bacon.[2]
En
el siglo XVII, Renato Descartes dio inicio a la filosofía moderna que se centra
en la búsqueda de fundamentos firmes y constantes del saber. Se enfoca en el
racionalismo, en la relación entre la mente y el objeto para la búsqueda del
conocimiento. Mientras Descartes encuentra claridad en las operaciones
racionales, Bacon observa los fundamentos del conocimiento en los datos
sensoriales, es decir en el empirismo. Bacon, en Novum Organum[3] impreso
originalmente en 1620, planteaba que se necesitaba de un método de estudio que
se enfocara en las cosas y controlara los abusos especulativos de la razón,
manteniendo un juicio cercano a las observaciones. Descartes en El discurso del
método,[4]
aparecido en 1637, proporcionó al planteamiento de Bacon, una fuerte
fundamentación filosófica basado en las matemáticas y su método de cuatro
pasos. Esto originaría una dinámica relación entre el racionalismo y el
empirismo, que se convertiría en el eje de la Revolución Científica.
La
combinación entre el racionalismo y el empirismo generó un nuevo método que es
asumido por Galileo (1564-1642) y por Newton (1642-1727). Morris Berman señala:
Newton estaba haciendo
eco del tema central de la Revolución científica: nuestro objetivo es el cómo,
no el por qué: El que no pueda explicar la gravedad es irrelevante. La puedo
medir, observar, hacer predicciones que se basen en ella, y esto es todo lo que
un científico tiene que hacer. Si un fenómeno no se puede medir, puede no tener
cabida en la filosofía experimental. Esta postura filosófica, que en sus
distintas formas es llamada “positivismo”, ha sido la fachada pública de la
ciencia moderna hasta nuestros días.[5]
Para
el positivismo[6],
lo único real era lo que podía ser experimentado, medido y catalogado por medio
del método científico. El único conocimiento surge de la afirmación de las
teorías por medio del método científico.
La
concepción explicativa, predictiva, causal y mecanicista en el siglo XVII queda
planteada en la obra filosófica de Descartes. En tanto que la concepción
comprensiva, teleológica[7] y
finalista tiene una síntesis significativa en la obra filosófica de Kant en el
siglo XVIII.[8]
Es precisamente con Kant (1724-1804) que se da lugar a una disciplina
filosófica especial que se conocería como epistemología. Kant, en su obra
Crítica de la razón pura[9] publicada
originalmente en 1781, establece una clara demarcación entre ciencia y
filosofía, con base en la idea de que el núcleo de la filosofía era la “teoría
del conocimiento”. En tanto que la ciencia alcanzaba logros acumulativos, la
reflexión filosófica se ocupaba de fundamentar la validez del conocimiento. Al
respecto, Howard Gardner, en su obra La nueva ciencia de la mente, expone:
Aparentemente Kant
había logrado conciliar las dos vertientes antagónicas de la tradición
filosófica: había unido la primacía del pensamiento y la primacía de la
experiencia; y sus argumentos eran lo bastante difíciles, su crítica de las posiciones
racionalistas y empiristas corrientes lo bastante poderosa, su examen de la
naturaleza de actividad mental lo bastante revolucionaria y su concepción de la
filosofía lo bastante reconfortante, como para que transcurriera un largo
período antes de que se pusieran en evidencia sus puntos débiles.[10]
Casi
un siglo después de Kant, Charles Sanders Peirce (1839-1914) también jugaría un
papel importante al rechazar la visión del racionalismo cartesiano y sostener
que no se puede iniciar dudando completamente, más bien planteaba que no
necesitamos estar seguros de todo para poder conocer acerca de algo. “Peirce no
solo cuestionó el escepticismo y el reduccionismo de Descartes, sino que afirmó
que, aunque el conocimiento es falible en su naturaleza y la limitada extensión
de la vida no nos permite descubrir la verdad última, de todas maneras podemos
fijar nuestras creencias en ciertos puntos.”[11]
A decir de Jiménez[12], Peirce representó una actitud intelectual reformadora del pensamiento filosófico que contribuyó a la evolución de la epistemología del siglo XX con un claro rechazo a la epistemología cartesiana y el impulso al falibilismo.[13]
A decir de Jiménez[12], Peirce representó una actitud intelectual reformadora del pensamiento filosófico que contribuyó a la evolución de la epistemología del siglo XX con un claro rechazo a la epistemología cartesiana y el impulso al falibilismo.[13]
[1] El
contenido de los textos de esta serie ha sido adaptado de: Byron Rabe.
“Análisis de las bases epistemológicas e institucionales en la enseñanza del
diseño y la creatividad”. (Tesis doctoral. Universidad de San Carlos de
Guatemala, 2017)
[2] Morris
Berman, El reencantamiento del mundo, (Chile: Editorial Cuatro Vientos. 1987),
27.
[3] Francis Bacon, La gran
restauración (Novum organum), trad., introd. y notas Miguel Ángel Granada,
apéndice Julian Martin (Madrid; Tecnos, Clásicos del Pensamiento, 2011).
[4] René Descartes, Discurso del método. Meditaciones Metafísicas, trad.,
prólogo y notas de Manuel García Morente (Madrid: Espasa-Calpe, S.A., 1968).
[5] Morris Berman, El
reencantamiento del mundo, (Chile: Cuatro Vientos, 1987), 38
[6] El término positivista
fue usado inicialmente por Augusto Comte. Posteriormente se usó en el ámbito de
la epistemología para referirse a autores que partían de la reducción de la
realidad a impresiones sensitivas, el rechazo a la metafísica, la concepción de
la filosofía orientada al análisis sintáctico del lenguaje, la separación de
los hechos y valores, y, la unidad de la ciencia: las ciencias naturales y
sociales han de compartir un mismo método y una misma lógica de investigación.
Alfredo Jiménez, Epistemología de la política educativa. Una justificación
teórica. (Universidad de Burgos, 2003) 83
[7] La
teleología se refiere a la razón de algo en función de su fin.
[8] Conde, 1999; Hamilton,
1994; von Wright, 1993; citados por Calventus en: “Acerca de la relación entre
el fundamento epistemológico y el enfoque metodológico de la investigación
social: la controversia cualitativo vs. cuantitativo”. Revista de Ciencias
Sociales 1, no. 2 (2000): 7-16.
[10] Howard Gardner, La
nueva ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva, (Barcelona:
Paidós, 2011), 76
[11] Tevni Grajales, “La
cosmovisión y el método de investigación,” (Conferencia inaugural presentada en
el III Simposio Internacional de Educación, Universidad de Montemorelos, 5 de
Abril, 1999). Disponible en http://tgrajales.net/cosmovisimetodo.html.
[12] Alfredo Jiménez,
Epistemología de la política educativa. Una justificación teórica. (Universidad
de Burgos. 2003), 199.
[13] El
falibilismo es una doctrina que sostiene que una proposición puede ser negada,
al cambiar su valor de verdad y a partir de ella generar una nueva
discriminación certera acerca de lo conocido. Si bien se inicia con Peirce,
Karl Popper la utilizaría después para construir el racionalismo crítico y
generar el falsacionismo.
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