miércoles, 17 de julio de 2019

Las grandes visiones epistemológicas antes del siglo XX

Serie: Epistemología, filosofía y Diseño 2 [1]
Uno de los propósitos de la epistemología ha sido la determinación de las pautas que orientan el estudio de los fenómenos de la ciencia. Las diferentes posturas al respecto han estado sujetas a distintos criterios e ideas, algunos de estos, incluso, han tenido posiciones en contra de la existencia de la epistemología.
Las posturas contrapuestas en las tradiciones filosóficas se remontan a los filósofos clásicos, Aristóteles y Platón. Para Aristóteles, el conocimiento consistía en generalizaciones que derivaban, en primera instancia, de información obtenida del mundo exterior; en tanto que, para Platón, los datos sensoriales eran, en el mejor de los casos, una distracción del conocimiento, el cual provenía de la razón pura. Para Berman, estas posiciones denominadas empirismo y racionalismo, constituyeron la herencia intelectual de la cultura occidental hasta Descartes y Bacon.[2]
En el siglo XVII, Renato Descartes dio inicio a la filosofía moderna que se centra en la búsqueda de fundamentos firmes y constantes del saber. Se enfoca en el racionalismo, en la relación entre la mente y el objeto para la búsqueda del conocimiento. Mientras Descartes encuentra claridad en las operaciones racionales, Bacon observa los fundamentos del conocimiento en los datos sensoriales, es decir en el empirismo. Bacon, en Novum Organum[3] impreso originalmente en 1620, planteaba que se necesitaba de un método de estudio que se enfocara en las cosas y controlara los abusos especulativos de la razón, manteniendo un juicio cercano a las observaciones. Descartes en El discurso del método,[4] aparecido en 1637, proporcionó al planteamiento de Bacon, una fuerte fundamentación filosófica basado en las matemáticas y su método de cuatro pasos. Esto originaría una dinámica relación entre el racionalismo y el empirismo, que se convertiría en el eje de la Revolución Científica.
La combinación entre el racionalismo y el empirismo generó un nuevo método que es asumido por Galileo (1564-1642) y por Newton (1642-1727). Morris Berman señala:
Newton estaba haciendo eco del tema central de la Revolución científica: nuestro objetivo es el cómo, no el por qué: El que no pueda explicar la gravedad es irrelevante. La puedo medir, observar, hacer predicciones que se basen en ella, y esto es todo lo que un científico tiene que hacer. Si un fenómeno no se puede medir, puede no tener cabida en la filosofía experimental. Esta postura filosófica, que en sus distintas formas es llamada “positivismo”, ha sido la fachada pública de la ciencia moderna hasta nuestros días.[5]
Para el positivismo[6], lo único real era lo que podía ser experimentado, medido y catalogado por medio del método científico. El único conocimiento surge de la afirmación de las teorías por medio del método científico.
La concepción explicativa, predictiva, causal y mecanicista en el siglo XVII queda planteada en la obra filosófica de Descartes. En tanto que la concepción comprensiva, teleológica[7] y finalista tiene una síntesis significativa en la obra filosófica de Kant en el siglo XVIII.[8] Es precisamente con Kant (1724-1804) que se da lugar a una disciplina filosófica especial que se conocería como epistemología. Kant, en su obra Crítica de la razón pura[9] publicada originalmente en 1781, establece una clara demarcación entre ciencia y filosofía, con base en la idea de que el núcleo de la filosofía era la “teoría del conocimiento”. En tanto que la ciencia alcanzaba logros acumulativos, la reflexión filosófica se ocupaba de fundamentar la validez del conocimiento. Al respecto, Howard Gardner, en su obra La nueva ciencia de la mente, expone:
           Aparentemente Kant había logrado conciliar las dos vertientes antagónicas de la tradición filosófica: había unido la primacía del pensamiento y la primacía de la experiencia; y sus argumentos eran lo bastante difíciles, su crítica de las posiciones racionalistas y empiristas corrientes lo bastante poderosa, su examen de la naturaleza de actividad mental lo bastante revolucionaria y su concepción de la filosofía lo bastante reconfortante, como para que transcurriera un largo período antes de que se pusieran en evidencia sus puntos débiles.[10]
Casi un siglo después de Kant, Charles Sanders Peirce (1839-1914) también jugaría un papel importante al rechazar la visión del racionalismo cartesiano y sostener que no se puede iniciar dudando completamente, más bien planteaba que no necesitamos estar seguros de todo para poder conocer acerca de algo. “Peirce no solo cuestionó el escepticismo y el reduccionismo de Descartes, sino que afirmó que, aunque el conocimiento es falible en su naturaleza y la limitada extensión de la vida no nos permite descubrir la verdad última, de todas maneras podemos fijar nuestras creencias en ciertos puntos.”[11]
A decir de Jiménez[12], Peirce representó una actitud intelectual reformadora del pensamiento filosófico que contribuyó a la evolución de la epistemología del siglo XX con un claro rechazo a la epistemología cartesiana y el impulso al falibilismo.[13]


[1] El contenido de los textos de esta serie ha sido adaptado de: Byron Rabe. “Análisis de las bases epistemológicas e institucionales en la enseñanza del diseño y la creatividad”. (Tesis doctoral. Universidad de San Carlos de Guatemala, 2017)
[2] Morris Berman, El reencantamiento del mundo, (Chile: Editorial Cuatro Vientos. 1987), 27.
[3] Francis Bacon, La gran restauración (Novum organum), trad., introd. y notas Miguel Ángel Granada, apéndice Julian Martin (Madrid; Tecnos, Clásicos del Pensamiento, 2011).
[4] René Descartes, Discurso del método. Meditaciones Metafísicas, trad., prólogo y notas de Manuel García Morente (Madrid: Espasa-Calpe, S.A., 1968).
[5] Morris Berman, El reencantamiento del mundo, (Chile: Cuatro Vientos, 1987), 38
[6] El término positivista fue usado inicialmente por Augusto Comte. Posteriormente se usó en el ámbito de la epistemología para referirse a autores que partían de la reducción de la realidad a impresiones sensitivas, el rechazo a la metafísica, la concepción de la filosofía orientada al análisis sintáctico del lenguaje, la separación de los hechos y valores, y, la unidad de la ciencia: las ciencias naturales y sociales han de compartir un mismo método y una misma lógica de investigación. Alfredo Jiménez, Epistemología de la política educativa. Una justificación teórica. (Universidad de Burgos, 2003) 83
[7] La teleología se refiere a la razón de algo en función de su fin.
[8] Conde, 1999; Hamilton, 1994; von Wright, 1993; citados por Calventus en: “Acerca de la relación entre el fundamento epistemológico y el enfoque metodológico de la investigación social: la controversia cualitativo vs. cuantitativo”. Revista de Ciencias Sociales 1, no. 2 (2000): 7-16.
[9] Immanuel Kant, Crítica de la razón pura, trad. Pedro Ribas (Madrid: Taurus. 2005)
[10] Howard Gardner, La nueva ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva, (Barcelona: Paidós, 2011), 76
[11] Tevni Grajales, “La cosmovisión y el método de investigación,” (Conferencia inaugural presentada en el III Simposio Internacional de Educación, Universidad de Montemorelos, 5 de Abril, 1999). Disponible en http://tgrajales.net/cosmovisimetodo.html.
[12] Alfredo Jiménez, Epistemología de la política educativa. Una justificación teórica. (Universidad de Burgos. 2003), 199.
[13] El falibilismo es una doctrina que sostiene que una proposición puede ser negada, al cambiar su valor de verdad y a partir de ella generar una nueva discriminación certera acerca de lo conocido. Si bien se inicia con Peirce, Karl Popper la utilizaría después para construir el racionalismo crítico y generar el falsacionismo.

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