Por Byron Rabe
Disertación presentada en el Seminario: Hacia la
construcción de un nuevo modelo de integración universitaria. Realizado en el
Centro Cultural Universitario de la Universidad de San Carlos de Guatemala el
28 de abril de 2016.
El
designio de contribuir a transformar a la sociedad
guatemalteca, plantea la necesidad de un proceso de redefinición de la acción
académica, política y administrativa de la Universidad.
Muchos
intentos de reformar la universidad se iniciaron desde los años setenta, pero
las condiciones para lograrlo, en especial por el conflictivo período que se
vivió durante esa época, no fueron las más favorables. Y si bien, posteriormente
hubo avances, es a partir del movimiento iniciado en el 2010 y formalizado con las
bases metodológicas aprobadas por el Consejo Superior Universitario a inicios
de 2016, que una verdadera innovación interna podría ser posible. Las
condiciones se están dando, pero se necesita de la voluntad de todos para lograrlo.
Para el
cumplimiento efectivo de los fines de la universidad es fundamental que se
fomente y fortalezca una estructura funcional y adaptable a las cambiantes demandas
del nuevo siglo. Hoy por hoy, está demostrado que la organización que no se
renueva, no es capaz de responder a los tiempos que le corresponde afrontar y corre
incluso, el riesgo de desaparecer. Pero si bien en todo proceso de evolución se
realizan giros o cambios de dirección se requiere de un pensamiento estratégico
para responder a los cambios.
La
administración y la legislación universitaria necesitan actualizarse,
modernizarse y flexibilizarse para responder a los nuevos escenarios. Las normas y procedimientos administrativos
actuales, limitan a quienes dirigen la
Universidad. Contraen la eficiencia y
reducen la eficacia y por consiguiente, la capacidad de respuesta a las
demandas universitarias y nacionales. Y
si a ello agregamos un concepto de autonomía, ahogado dentro de la permanente
dependencia de los fondos del estado,
las condiciones se hacen más alarmantes. Es decir que, para contar con una autonomía
total, la universidad no sólo debe tener capacidad para generar recursos
adicionales que le permitan independencia para sobrevivir cuando lleguen las
crisis presupuestarias, también necesita
de una fuerte preparación y una ágil
estructura para hacer frente a la incertidumbre que trae el futuro.[1]
Se
demanda una adecuada vinculación entre la acción administrativa y la académica
que se integra con las funciones de docencia, investigación y extensión. Pero
no debemos olvidar que ya no estamos en los años 70 u 80. El avanzado fenómeno de la globalización o mundialización,
el acelerado desarrollo de la tecnología y los cambios en la forma de percibir
la realidad nos obligan a reconceptualizar esas tres funciones más allá de la
visión positivista estática, lineal y delimitante; se requiere de una
vinculación holista y verdaderamente integrada que además de lo relativo a las
funciones, modifique una cultura organizacional acomodada y desarticulada de un
mundo en condiciones permanentemente cambiantes.
La extensión
Se señala en el marco de la reforma universitaria que en algunos casos la
extensión se encuentra desvinculada de los avances de la ciencia, la
tecnología, las humanidades y la memoria histórica, así como de las
aspiraciones y aportes de la sociedad guatemalteca, lo que limita las
respuestas efectivas al desarrollo del país. [2]
No obstante, y a pesar de que aun se carece de
una visión compartida y comprometida, la Extensión de la universidad se perfila
con proyectos y programas que repercuten positivamente en la sociedad; es una
de las fortalezas de la universidad que se manifiesta no solo por medio de las
unidades académicas sino también a nivel institucional.
Falta
mucho por hacer, es importante mantener actualizadas y vigentes las principales
áreas de trabajo sobre las cuales puedan irse perfilando proyectos que
articulen y orienten las políticas de integración universitaria; la revisión y definición
de estrategias y acciones que garanticen los recursos financieros destinados a
la ejecución de las políticas, programas y proyectos, pero sobre todo el reconocimiento de que la extensión
universitaria se constituye en una estrategia que puede generar altos réditos
sociales de beneficio directo para las comunidades, pero que también es una
estrategia para el desarrollo académico y para contribuir a una formación profesional más efectiva y acorde a nuestra propia
realidad.
La docencia.
La
actividad creativa en la investigación y la solución de las necesidades por
medio de la extensión no podrán encontrar su mejor nivel sino parten de sólidos
fundamentos teóricos y científicos para la enseñanza y el aprendizaje. Esto requiere dar por sentado que vivimos en
un mundo incierto que no podemos predecir, que acaso podremos intentar
construir, y que, para construirlo de manera efectiva se demanda de un cambio
de visión en la forma de enseñanza. La
enseñanza tradicional, la enseñanza memorística, aquella en la que el docente
tiene la verdad y la última palabra, simple y llanamente, hace tiempo que ya no
es factible. Si queremos formar profesionales que respondan a la nueva realidad
que vivimos debemos someternos a cambios en nuestra forma de pensar y de actuar.
En algunas unidades académicas se carece de políticas institucionales de
formación y actualización docente; en algunos casos también hay deficiencias de
conocimientos, así como carencia de prácticas éticas, andragógicas, pedagógicas
y didácticas del personal académico responsable del sistema educativo superior.[3]
La
realidad demanda cambiar actitudes, aprender a desaprender, generar la
habilidad de adaptarse para encontrar nuevas respuestas en armonía con una
cultura de permanente aprendizaje. Se
requiere de la formación del pensamiento crítico, de la acción reflexiva, de la
fundamentación abierta y adaptable, pero sobre todo de la capacidad de
estimular pensamientos creativos que lleven a la innovación y a generar
respuestas a situaciones desconocidas que sean congruentes con la vertiginosa
realidad que nos envuelve.
Entonces
es necesario, que tanto docentes como estudiantes puedan, además de forjar la
habilidad para utilizar adecuada y selectivamente los conocimientos y de
seleccionar las nuevas herramientas que la tecnología nos proporciona, formar
con sólidos valores y respeto al medio social y natural.
Es
incuestionable que se requiere un cambio de enfoque, de una nueva epistemología
y de nuevos fundamentos teóricos y sociales, pero de nada servirían sin un
cambio de actitud para enfrentar los cambios que sufren nuestras sociedades en
este acelerado siglo. Hoy más que nunca debemos involucrarnos participativamente
en los procesos educativos y de proyección que la universidad pueda tener hacia
la sociedad. La educación superior no sólo debe prepararse para enfrentar
adecuadamente el fenómeno global sino constituirse en baluarte para conservar y
fortalecer los valores culturales y la
identidad de nuestros pueblos.
La investigación:
Reza la misión de la universidad que promoverá por todos los medio a su
alcance la investigación en todas las esferas del saber humano y cooperará con
el estudio y solución de los problemas nacionales. La visión institucional
indica que la universidad está comprometida con el desarrollo científico,
social, humanista y ambiental y demanda de un accionar claro de la función de
investigación.[4]
Sin embargo la investigación se desarrolla con limitaciones académicas,
políticas y financieras y no siempre se traduce en la generación de
conocimientos, explicaciones teóricas y propuestas que influyan en la
definición de acciones y estrategias que contribuyan con impacto, a la solución
de los problemas nacionales y el fortalecimiento académico.
En el
informe de indicadores del Sistema de investigación de la Universidad de San
Carlos de Guatemala de 2012 a 2014,[5]
presentado este año, se observa que quedan muchos centros de investigación
excluidos y que de los 27 que han sido atendidos en el trienio, solo 4 suman más
de 2 proyectos.
Pero
este no es un tema que afecte únicamente a la universidad. Si revisamos la relación ente la inversión en
investigación y desarrollo y el Producto Interno Bruto, Guatemala tiene un
0.04%, en tanto que Corea tiene el 4.36%, es decir más de cien veces y si
queremos relacionarlo con un país de características más similares, Costa Rica
tiene 0.47% es decir, más de 10 veces en relación con nuestro país. [6]
En los
ranking de universidades, los parámetros de medición se reflejan principalmente en
indicadores de producción en investigación, relacionados con el número de
publicaciones, revistas arbitradas, número de citas o referencias. Otros criterios utilizados son la reputación
institucional, la aceptación de los
empleadores, la inversión en investigación, la proporción entre alumnos y
docentes, el número de docentes con doctorado e incluso por el impacto en la
WEB.[7] Lo que generalmente no se mide es el impacto
y servicio que las universidades tienen en la sociedad.
En el
ranking web de universidades la USAC se encuentra en la posición 2,700 a nivel
mundial entre 23,892 universidades y, a nivel latinoamericano en el puesto 210
de 3,735. Este ranking se construye a través de datos publicados en la web
abierta, indizados por los motores de actividad e impacto, es decir por la visibilidad
en la web.[8] Estos datos no son determinantes ni definen
lo que somos, pero sirvan como parámetros de referencia que obedecen a
distintas realidades. Pero no deja de ser interesante cuestionar ¿en qué lugar
se encontraría nuestra universidad si se
valorara dentro de los indicadores la extensión y el servicio? y ¿en qué lugar
se encontraría si tuviéramos una mayor inversión en investigación?
Sobre la vinculación de funciones
De
acuerdo con la problematización realizada para la Reforma Universitaria, la
vinculación de la USAC con la sociedad guatemalteca adolece de algunas
situaciones a superar. Entre ellas, no se
estudia de manera estructural y científica la problemática nacional, por lo mismo
no se proponen soluciones concretas; no se toma en cuenta la coyuntura ni se
difunde ese conocimiento en todos los ámbitos del país; tampoco se profundiza
en el análisis de los procesos que la generan. Esto aunado a la ausencia de
políticas institucionales, que aglutinen los esfuerzos en las instancias del
estado donde la Universidad tiene representaciones, dan como consecuencia
limitada participación e incumplimiento en la búsqueda de propuestas de solución
a la problemática nacional. [9] Esta vinculación depende de manera clara de
esfuerzos integrales entre investigación, docencia y extensión, pero también con
el ámbito político administrativo.
Las
posibilidades del futuro se encuentran en campos heterogéneos, en donde las
pureza académica tradicional de materias o áreas segmentadas ya no tiene
cabida. El nuevo futuro está en la
apertura de mentes y en el trabajo integrado para encontrar soluciones multidisciplinarias
e interfuncionales que se adapten a las condiciones inciertas a las que nos
enfrentamos.
La
estrecha interacción universidad-sociedad se encuentra en la esencia de los
programas de extensión universitaria, pero la extensión requiere del alimento
de la investigación y por supuesto de una solida actividad académico docente. Estos criterios deben sobrepasar las bases
epistemológicas del positivismo y enfocarse en una visión más orientada a la
visión holista con participación abierta y transdiciplinaria.
La
universidad tiene una tarea indeclinable a la que debe hacer frente por medio
de sus ejes de acción estratégica, sus áreas de desarrollo y sus programas y
proyectos. Precisa estimular el pensamiento creativo y promover la innovación y
el emprendimiento para fortalecer la capacidad de responder de manera efectiva
y oportuna a las demandas del medio y de una realidad en permanente cambio. Pero
sobre todo necesita de la voluntad política de todos los universitarios para
fortalecer la acción consensuada y la disposición de innovar y cambiar los
tradicionales paradigmas que la han orientado por muchos años.
Finalizo
con las palabras de un célebre científico:
No pretendamos que las cosas cambien si seguimos
haciendo lo mismo.
A.
Einstein.
[1] Byron
Rabe. Presentación. Cuadernos de Extensión. Dirección General de Extensión Universitaria.
(USAC, 2004), 6.
[2] Universidad
de San Carlos de Guatemala, Metodología y bases para la organización de la
reforma universitaria. (USAC. 2015), 33.
[3] Ibid, 32.
[4] Ibid, 33.
[5] Ruth Sosa, et
al. indicadores del Sistema de investigación de la Universidad de San Carlos de
Guatemala de 2012 a 2014 (Guatemala, 2016), 36.
[6] Red
de indicadores de ciencia y tecnología, interamericana e iberoamericana. Disponible en
http://www.ricyt.org/indicadores
[7] http://www.topuniversities.com/university-rankings-articles
[8] Ranking Web
de Universidades. Edición
de enero de 2016 disponible en http://www.webometrics.info/es,
[9] Universidad
de San Carlos de Guatemala, Metodología y bases para la organización de la
reforma universitaria. (USAC. 2015), 35.
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