viernes, 10 de junio de 2011

ÉTICA Y ECOLOGÍA, varios autores.

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El libro contiene la visión de catorce autores, todos aportando al tema de la ética, la ecología o a ambos.   Vale la pena resaltar las concepciones de la vida, la tierra y el universo, como una cuestión de creencias y muchas veces como parte de visiones cosmogónicas que valoran la armonía universal, que visualizan al ser humano como parte de un todo.  Una visión que ha sido tan desvalorizada en la cultura occidental tradicional que propicia el consumismo y el enriquecimiento material, como símbolo del éxito.
Desde el discurso de Cacique de Seattle, que se adelantó notablemente a lo que sucedería un siglo después, y en el que da una cátedra sobre la concepción indígena de la naturaleza y de la armonía necesaria entre el ser humano con la tierra, hasta la carta de la UNESCO, que propugna el arresto de los agresores de la dignidad de la tierra, se vislumbra una marcada consciencia sobre el futuro de la tierra.  Si bien el planteamiento específico proviene de la UNESCO, el libro busca reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común.
El mayor obstáculo para la evolución de una ética sobre la tierra, es el hecho de que nuestros sistemas educativo, económico y político no se enfocan en inculcar una intensa conciencia hacia el futuro de la tierra, mas bien se apartan de ella. Y es que ni siquiera la aprobación o desaprobación social son suficiente, lo hemos visto con la reciente aprobación del Presidente de la República, respecto de la ampliación del contrato a Perenco para la extracción petrolera en áreas de reserva en Petén en la Laguna del Tigre, el humedal más grande de Centroamérica, que al ser afectado de la manera como señalan los ambientalistas, significará una pérdida ecológica irrecuperable.  De nada valieron las distintas manifestaciones sociales en contra de esta decisión.
Comprender que la tierra es un sistema viviente en el que el ser humano es tan sólo otro mas del componente del sistema, es sumamente difícil, en especial para los que han concebido el concepto antropocéntrico como eje de cualquier futuro para el planeta.  Es claro que sólo la especie humana tiene valores morales, pero también lo es que sólo ella puede hacer modificaciones que alteren el sentido natural de las cosas en el planeta.  Quizás hubo en tiempo en el que este incidencia en el medio no fuera percibida, pero a estas alturas de la evolución, ya existen suficientes datos y pruebas para que nos hayamos dado cuenta de lo nocivo de la intervención humana para atentar contra la supervivencia de la tierra y por consiguiente de todos los seres vivientes.  El ser viviente no ha logrado concebir totalmente cual es su rol a lo extenso del planeta, en función de la continuidad de todas las especies. 
La cuestión está en saber diferenciar y priorizar las conveniencias humanas y la conservación de los ecosistemas. La objetividad no es precisamente una característica del pensamiento humano, esta está influenciada por las creencias y los intereses, que a veces superan la razón.  Adicionalmente debe considerarse que el ambientalismo ha sido visualizado por algunos sectores como un planteamiento ideológico que adolece de intereses políticos y valoraciones exageradas.  De cualquier forma las decisiones políticas al respecto varían en función de los enfoques, aunque como dijera un crítico recientemente en los medios, este gobierno es amorfo porque no tiene una línea directriz que obedezca a una base filosófica concreta.
Es necesario que se asuman compromisos reales que se orienten a dar un mayor valor moral al proceso evolutivo, al papel de la tecnología y su relación con el ambiente, que tenga en mente el aspecto ético y humanista en función del beneficio social en congruencia con la conservación del medio natural.
REFERENCIA: 
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España, O. Compilador (2008) Ética y ecología. Guatemala: MARN.

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