viernes, 10 de junio de 2011

ECOLOGÍA Y EDUCACIÓN AMBIENTAL, Varios autores

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Uno de los temas de mayor actualidad, pero a la vez de gran importancia es el de la educación ambiental.  En el libro que en esta oportunidad comento, se plantean diversas visiones sobre este fenómeno que tiene en vilo a la mayoría de la población consciente de su propia realidad y de la incertidumbre  que depara el futuro.   Si bien el contenido tiene visiones de diferentes autores, las visiones llegan a ser coincidentes en la esencia misma de cada planteamiento.  Habrá que hacer énfasis en algunos aspectos específicos pero en suma la conclusión será la misma:  es necesario educar a las nuevas generaciones para que tengan un mundo en el cual habitar con las condiciones mínimas para una existencia digna.
Quizás algo de lo más alarmante es haber establecido el nivel de deterioro ambiental manifiesto por medio de la gran reducción de áreas boscosas y el deterioro de el suelo, la pérdida del potencial del agua y las repercusiones sobre la flora y fauna en forma general, que se ha dado en nuestro país a partir del período colonial, pero se ha vuelto alarmante en el último cuarto del siglo XX y en el inicio del presente siglo.  También es preocupante que mentes tan claras, como la que se manifiesta en la visión de un geógrafo evolucionista, que hace serios cuestionamientos políticos hacia el capitalismo salvaje y el socialismo injusto, al momento de estar en un puesto de decisión política no haya podido articular acciones integrales en para contribuir a la consolidación de lo que llama la superestructura natural y la búsqueda de la santa evolución.  Es triste y polémico que planteamientos tan claros no puedan ser mantenidos debido a las presiones políticas y los intereses sectarios.  Bien dice Zurita  que una de las contradicciones existenciales se manifiesta por ese círculo vicioso de la destrucción creadora, en la que la sobrevivencia e interés actual condena el desarrollo sostenible y sustentable, en especial en los países subdesarrollados pero como producto de las políticas e insensibilidad humana de los llamados países  desarrollados.  El equilibrio ecológico no podrá lograrse sin la racionalización prudente de los recursos que todavía posee el planeta y de la moralización de la producción y el consumo, con base en decisiones actuales para satisfacer de manera equilibrada las necesidades sociales, económicas y ambientales que se presente en el futuro.
El continuo abuso al que ha estado sometido el planeta, nos tiene en la cuerda floja.  Una cuerda que se balancea cada vez de manera más peligrosa para un planeta vivo conocido como Gaia.  Lovelock lo manifiesta claramente: Aunque dejáramos de inmediato de tomar tierras y agua de Gaia para producir comida y combustible y no contamináramos más el aire, la Tierra tardaría más de mil años en recuperarse del daño que ya le hemos causado, y puede que ni ese drástico paso bastara para salvarnos. Pero parece que no hemos percibido en conjunto, la verdadera y crítica situación por la que atraviesa nuestro planeta, es posible que esta consciencia plena se manifieste cuando ya no haya nada que hacer, por eso es tan importante integrar esta preocupación en los procesos educativos en todos los niveles.  Sólo aquellos que sean concientes de lo que nos espera podrán tomar acciones congruentes con los futuros escenarios.

Lo que me parece como más contradictorio es que siendo nuestro país un reducto del ambiente a nivel cultural y natural, no se hayan podido aplicar políticas mas certeras y concientes para conservar las grandes riqueza que todavía no quedan. La espiritualidad maya enfocada en gran parte a la armonía con el universo y la naturaleza, no ha podido ser socializada de manera efectiva entre los guatemaltecos debido a la gran influencia del pensamiento occidental.  Es momento que asumamos como propia esa filosofía ancestral de nuestro antecesores mayas y partamos de un concepto de ecología integral, en el que el ser humano es uno con eses sistema vivo conocido como Gaia y es determinante para su supervivencia.
El hombre ya no puede seguir modificando el ambiente sin prever las consecuencias.  Durante siglos hemos hecho lo que hemos querido y hoy vemos claramente las consecuencias.  Los factores ideológicos y políticos siguen sobreponiendo intereses particulares y económicos, sobre el bien común actual y el de las generaciones futuras.  Mientras tanto lentamente se organiza una nueva tendencia para un humanismo ecológico más congruente con el tiempo que vivimos y las necesidades que tendremos, ojalá que logre darse a tiempo y en toda su magnitud.  Sobre todo por que la deseada sostenibilidad involucra aspectos económicos, políticos, biológicos, éticos e históricos, que son muy difíciles de conciliar, pero que deben tratarse y entenderse en función de prioridades para la existencia del mundo en primer lugar y luego, para los intereses derivados.  Esos interese estarán centrados en la racionalidad económica, y marcados por conceptos como la complejidad, la interdisciplinariedad y la sustentabilidad, que menciona Leff y que deberían ser base para transformar las prácticas pedagógicas.
De nuevo caemos en la necesidad de la educación ambiental.  Debemos considerar que no hay aprendizaje si no hay un cambio de actitud.  Por eso los procesos formativos deben llevar una fuerte carga en los aspectos morales  y éticos que lleven a asumir de manera consciente y racional un cambio actitudinal para valorar el ambiente,  la naturaleza y nuestra relación intrínseca con ella para propiciar un desarrollo sustentable. Como lo menciona López Alvarado: las finalidades culturales de la educación se pueden sintetizar en que  se educa para la vida, la paz, la libertad, para desarrollar la conciencia crítica, para la comunidad y el compromiso, para el autoconocimiento, para el amor.
Pero al educación ambiental marcada con una base filosófica y moral debe enfatizar, no sólo en los conocimientos y el cambio de actitudes hacia el ambiente, también debe propiciar una conciencia crítica y reactiva para propiciar cambios políticos que favorezcan el impulso de una filosofía pro ambiente, que tenga como base una actitud responsable hacia la vida, la naturaleza y el planeta como organismo viviente.  Una filosofía que deje por un lado las posiciones, antropocéntricas, dicotómicas y lineales y se reenfoque en las posibilidades integrales y holísticas que ven la realidad como un todo que tenemos que consolidar y en el que cada parte o pensamiento juegan un papel determinante. 
Por último debemos trabajar porque a las nuevas generaciones se les forme de tal manera que puedan ser inmunes a la manipulación mediática y el consumismo, lo cual ha causado verdaderos cambios cuturales en los últimos años y ha atentado contra el bienestar individual, familiar, social y no digamos ambiental.  Todavía es tiempo de que encontrar un antídoto, y este es sin lugar a dudas la educación.


REFERENCIA:
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España, O. Compilador (2009) Ecología y educación ambiental. Guatemala: Magna Terra Editores.

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