Serie: Epistemología, filosofía y
Diseño[1]
El mundo prosigue una marcha ciega cada vez más
acelerada. La nave espacial Tierra es propulsada por cuatro motores conectados
entre sí: la ciencia, la técnica, la industria y la economía capitalista. Estos
cuatro motores están asociados de forma cada vez más estrecha. La ciencia se ha
vuelto cada vez más central en la sociedad, es omnipresente, en las empresas,
en el Estado. Se ha aliado estrechamente a la técnica y ha producido poderes
gigantescos que escapan al control de los científicos. (…) Ciencia y técnica
están asociadas, técnica, industria y ganancia también lo están. Y es este
cuatrimotor el que propulsa nuestro planeta descentrado. Edgar Morin[2]
La reflexión sobre el momento en que el hombre concibe la posibilidad
de fabricar herramientas para mejorar sus condiciones de sobrevivencia es lo
que permite asumir que, sin percatarse, se estaba dando origen al diseño. Si el
hombre partió de una necesidad que lo llevó a una idea, luego generó
pensamientos y relaciones en función de su experiencia y las realidades de su
medio y se sumergió en un proceso de prueba y error, que lo transportó al
momento creativo de generar un objeto útil para satisfacer esa necesidad que lo
atareaba, estaba diseñando. Es posible que brotara un regocijo ante ese logro,
pero, es poco probable que, en ese momento, hiciera reflexiones sobre el
concepto de diseño, sobre su capacidad creadora o que iniciara un proceso de
sistematización para plantear una visión de trascendencia de desarrollo para la
raza humana. Ese proceso obedeció a una realidad totalmente diferente a la
actual, sin embargo, muchos diseñadores todavía realizan ese procedimiento sin
llegar a ninguna revisión del porqué y del cómo. La discusión en este caso se
centra en la relevancia que puede tener la reflexión y sistematización sobre el
diseño.
Las interpretaciones del diseño
En la actualidad, el término diseño se
utiliza para cualquier actividad que busca concebir una aplicación práctica a la solución de un problema específico. Existe diseño de campañas publicitarias, diseño de políticas públicas o de diseño editorial, por ejemplo.
Pero más allá del tipo de diseño hay diversas interpretaciones como las etimológicas, las conceptuales, las
ideológicas y las interpretativas. El diseño también se relaciona con el arte,
las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias artificiales y con
la actividad creativa, como se verá a continuación.
Desde lo etimológico, el diseñador suizo Yves Zimmermann, en su libro Del
diseño,[3]
hace un minucioso análisis de la palabra diseño, y de sus significados
en diferentes idiomas. Llega a establecer un paralelismo con la palabra designio,
lo que le permite aseverar que, diseño es equivalente a designio
o propósito, que es “dos veces señal o signo que tiene un propósito o
intención.” El planteamiento de Zimmermann asevera que existe una íntima relación
entre diseño y designio, relación que lleva consigo todo diseño por definición:
signo con intención. Si bien la relación de diseño como propósito tiene una
correspondencia con el significado de intencionalidad que lleva de manera
implícita, el diseño como tal, lleva a cuestas una serie de interpretaciones
adicionales.
El estudioso argentino Norberto Chávez indica que las manifestaciones
reales del diseño solo tienen una cosa en común: “El ser la fase en que se
definen todas las características de un nuevo producto, su forma de
distribución y uso, antes de iniciarse el proceso de producción material.” (…)
“Si agregáramos un atributo más, estaríamos definiendo sólo algún área parcial
del diseño, o cayendo fuera de esta práctica profesional.”[4] Su
conceptualización se enfoca directamente en los procesos de generación y en el
área de desempeño del diseño. En este caso, puede interpretarse que el diseño
es la fase de definición de criterios, de concepción y desarrollo de la idea.
Se podría agregar que es la fase creativa en la que se definen los pormenores
para llevar el producto a la realidad.
El investigador mexicano Luis Rodríguez,[5] afirma
que el diseño, a grandes rasgos, tiene como meta proyectar objetos funcionales,
que satisfagan necesidades. No obstante, considera que todavía existe una gran
confusión en la teoría del diseño sobre los factores de función y necesidad. El
enfoque funcionalista ha prevalecido a lo largo del siglo XX en la mayoría de
las escuelas latinoamericanas, en algunos casos, en contraposición con las
nuevas tendencias que conciben el diseño como objeto estético, lo que no
necesariamente establece que deje de ser funcional.
Wenceslao González,[6]
investigador y catedrático español, señala que el diseño presenta al menos tres
direcciones distintas desde el punto de vista del contenido: la primera se
establece en relación con el arte; la segunda, en conexión con las Ciencias de
la Naturaleza y la tercera se vincula con las Ciencias Sociales. Al adentrarse
en el análisis, resulta evidente la aseveración de que, al plantear los
caracteres de diseño, este aparece como una “palabra bipolar”, porque
constituye a la vez, el punto de partida y de llegada; es decir que el diseño
puede ser tanto lo que se tiene en la mente antes de ser llevado a cabo, como
aquello que resulta como producto. Esta es la interpretación más usual, la
doble significancia del diseño como figuración y como objeto resultante.
Otra opinión que incluye la parte racional y la intuitiva de manera
evidente, es la que el español Juan Antonio Chamorro comparte en su tesis
doctoral:
Las mutaciones que propone y genera el diseñador no son al azar (en su
mayor parte), son generadas entre la tormenta y la calma, entre la locura y la
razón; el relámpago de la síntesis que ilumina toda la maraña estructurada del
campo del paradigma, propone mutar y se calma y asienta -dentro del propio
paradigma- con la crítica de la razón.[7]
Las interpretaciones son diversas, pero en esencia contienen grandes
áreas de coincidencia e interpretación, que no necesariamente son excluyentes.
Por ejemplo, el diseño puede interpretarse como idea, como visualización, como
proceso, como producto, como objeto funcional o como objeto estético.
Considerando cada una de las interpretaciones, se puede concebir al diseño como una actividad
intelectual
que
utiliza diversas habilidades expresivas y técnicas, algunas veces se vale de medios de expresión artísticos tradicionales como el dibujo y, en otros casos, su principal herramienta es la computadora con sus diferentes programas de procesamiento, diagramación, ilustración o dibujo. Persigue traducir el pensamiento creativo a un lenguaje visual, para definir criterios de soluciones y propuestas a necesidades específicas. El diseño traduce lo mental prefigurativo
a un lenguaje visual y propone acciones y procesos futuros para producir,
generalmente, objetos de utilidad que también pueden nombrarse diseño.
[1] El
contenido de los textos de esta serie ha sido adaptado de: Byron Rabe.
“Análisis de las bases epistemológicas e institucionales en la enseñanza del
diseño y la creatividad”. (Tesis doctoral. Universidad de San Carlos de
Guatemala, 2017)
[2] Edgar Morin, El método V. La humanidad de la humanidad.
La identidad humana. (Madrid: Ediciones Cátedra, S.A., 2003), 269-70
[3] Ives Zimmermann, Del Diseño. (Barcelona: Editorial
Gustavo Gili. 1998). 116
[4] Norberto Chávez, “Qué era, qué es y qué no es el
diseño. Intentando dispersar la bruma”. Actas de Diseño 1. Encuentro Latinoamericano de Diseño. Buenos
Aires: Universidad de Palermo. 2006. 15-16.
[5] Luis Rodríguez Morales, Diseño: Estrategia y táctica
(México: Siglo XXI. 2004). 44
[6] Wenceslao González, Las ciencias
del diseño; racionalidad limitada, predicción y descripción. (España: Netbilo.
2007). 3
[7] Juan
Antonio Chamorro, “Epistemología y enseñanza en el arte del diseño”. (Tesis
doctoral. Universidad Complutense de Madrid, 2004), 6
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