Siempre habrá personas con limitados coeficientes intelectuales
y emocionales, cuya irracionalidad no tiene límite. Algunas de estas personas buscan figurar desvalorizando a quienes envidian y no se dan cuenta que sus infundios convierten, a quien consideran su víctima, en su propio objeto de
culto, y que lo único que logran es desprestigiarse y rebajarse a sí
mismos convirtiéndose en bufones, en foco de irrespeto y de curiosidad
conductual digna de un tratamiento para la salud mental y emocional.
Pareciera
ser que a algunos de estos personajes les molestan nuestros logros e incluso
nuestra presencia sobre la faz de la tierra y tienen un comportamiento que raya
en lo absurdo. Nos dan tanto mérito que
nos creen culpables de sus debilidades, equivocaciones y frustraciones, por lo que no dejan de mencionarnos
permanentemente de manera incoherente e insensata. Si bien he ignorado sus provocaciones (y
lo voy a seguir haciendo) porque no merecen la mínima atención, hago esta reflexión por respeto a una innumerable
cantidad de colegas que me han manifestado su solidaridad pero también
cuestionado sobre mi silencio.
A
partir de que asumí el cargo de Decano, he tratado de mantenerme al margen del
proceso en contra de las autoridades ilegítimas del Colegio de Arquitectos, un
proceso que nadie puede negar que yo mismo inicié ante las intenciones de las
“autoridades gremiales” de utilizar los recursos del timbre para fines
distintos a su uso legal, por eso que fui perseguido y atacado políticamente.
Pero aún así, inicié y seguí en la lucha
durante tres años como lo muestran documentos y acciones.
Durante
este proceso y después de iniciadas las acciones, invitamos a representantes de
distintos grupos para que se integraran y formamos el Movimiento Pro Transparencia del Colegio de Arquitectos. El 29 de junio de 2013 convocamos a una
asamblea en la que se trató la crisis en el Colegio. En esta asamblea, ante las dudas sobre si el
movimiento tenía fines políticos gremiales y para que el movimiento no se
desvirtuara y sesgara, se hizo el compromiso
público de que ninguno de los integrantes de la Coordinadora iba a
participar en planilla alguna para las elecciones del Colegio de Arquitectos. La mayoría de los miembros mantuvieron su
palabra: El único objetivo del
movimiento era recuperar la institucionalidad del colegio y dar seguimiento
legal a un proceso que, como todos conocen, ha sido accidentado y luego de
cinco años no ha logrado dilucidarse.
Lamentablemente,
sucedió lo que habíamos previsto. El
interés de algunos miembros de la coordinadora por participar en las elecciones
ocasionó que ésta se dividiera. No hubo
la suficiente madurez política para mantener la cohesión sobre las bases
originales que definieron al movimiento. No obstante, respetamos la decisión de
quienes deseaban participar en alguna candidatura para el colegio. Y si
bien no los apoyamos jamás los atacamos.
Nuestra visión iba más allá de un sólo momento eleccionario. Con todo y
nuestras diferencias, lo repetimos varias veces, debíamos mantenernos unidos
porque la amenaza a vencer no éramos nosotros mismos eran quienes ostentaban de
manera ilegítima los destinos del Colegio.
El
proceder insensato de descalificar ideas, actuaciones y personas, con la única intención
de fortalecerse para llegar a un cargo, se funda en temores, incapacidades y odio,
y siempre termina descalificando al que emite los improperios y los señalamientos
infundados. Le pedimos a estas personas que están cayendo en un permanente
juego de desaciertos que reflexionen y se conduzcan con la propiedad y altura
que nuestro gremio requiere y demanda.
Las
elecciones deberían celebrarse en poco tiempo,
estemos vigilantes para que se den de manera correcta. Preocupémonos de enfocarnos en el objetivo,
no nos desviemos porque eso solamente favorece al adversario común. Y no
olvidemos que necesitamos personas correctas para construir el futuro de
nuestro Colegio de Arquitectos.
Byron Rabe, julio de 2016
Quien no está en paz consigo mismo,
será una persona en guerra con el mundo.
Gandhi
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