sábado, 14 de julio de 2012

Oda a la edad. Pablo Neruda



Yo no creo en la edad.

Todos los viejos llevan en los ojos un niño,
y los niños a veces nos observan
como ancianos profundos.

Mediremos la vida por metros o kilómetros
o meses?
Tanto desde que naces?
Cuanto debes andar hasta que
como todos en vez de caminarla por encima
descansemos, debajo de la tierra?

Al hombre, a la mujer que consumaron
acciones, bondad, fuerza, cólera, amor, ternura,
a los que verdaderamente vivos florecieron
y en su naturaleza maduraron,
no acerquemos nosotros la medida
del tiempo que tal vez es otra cosa, un manto
mineral, un ave planetaria, una flor,
otra cosa tal vez, pero no una medida.

Tiempo, metal o pájaro, flor de largo pecíolo, extiéndete
a lo largo de los hombres, florécelos y lávalos
con agua abierta o con sol escondido.
Te proclamo camino y no mortaja, 
escala pura con peldaños de aire,
traje sinceramente renovado
por longitudinales primaveras.

Ahora, tiempo, te enrollo, te deposito en mi caja silvestre
y me voy a pescar con tu hilo largo
los peces de la aurora!

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