miércoles, 14 de diciembre de 2011

Descentralización: autogestión y participación ciudadana.


Si no sabemos vivir todos juntos como hermanos, pereceremos todos juntos como idiotas. Luther King.


Para hacer efectiva la participación integral de la ciudadanía es decisiva la tolerancia entendida como indulgencia, respeto y consideración.  Aceptar las maneras de pensar, actuar y de sentir de los demás, aunque sean diferentes de las nuestras, es la base para que la unidad de la diversidad exprese su riqueza.  La búsqueda de la uniformidad empobrece, limita y tensiona.



La participación ciudadana juega un rol determinante en el proceso de desarrollo de la democracia en nuestros países, en ella la descentralización se convierte en una estrategia vital para distribuir el proceso decisorio y diversificar los canales de opinión, pero sobre todo, para ampliar la capacidad de orientar y accionar en función de los propios intereses ciudadanos para alcanzar un mejor futuro.

Los esfuerzos de transformación y modernización del Estado, fundamentan su accionar en la descentralización.  Y esta enfatiza en la democratización del poder político y en la autonomía administrativa y económico financiera, de los sectores municipales y locales.

Cuando las funciones asignadas a los organismos o personas en los procesos de descentralización, son muy generales o abstractas, es muy probable que la participación se diluya. 
Generalmente se atribuye a los entes o representaciones estatales la función de coordinación y/o asesoría en la planificación o ejecución o en algunos de sus aspectos, sin que se aclare el sentido de cada uno de los términos ni la importancia de la participación integral en todo el proceso.

Los órganos creados en el ámbito regional, tales como los consejos de Desarrollo regional, tienden aún a ser más generales.  En casos como los de los consejos de desarrollo municipal o local, a la participación se le asigna la función de control o monitoreo, pero no se establecen los medios, ni se definen las estructuras y niveles de capacitación necesarias, y más aún, no se definen las responsabilidades y repercusiones que se derivan del ejercicio de esta función.

Es innegable el importante papel  que juegan los organismos estatales, especialmente por su capacidad de influencia en las decisiones públicas y en la orientación  de las decisiones ciudadanas locales.  Esto se hace evidente, sobre todo, si se considera que los organismos que apoyan a la descentralización local, son dependientes de las autoridades formales que promueven la participación.  Participación que llega a entenderse, en algunos casos, como la información que se brinda al público o como la intervención inicial en procesos administrativos, sin que esto incluya un seguimiento e integración real del  ciudadano.

Y aunque el discurso y la realidad disminuyeran su brecha, y aunque los fundamentos de la normativa replantearen su accionar y permitiera generar nuevas posibilidades de participación, la verdad es que si no se logra facilitar el autodesarrollo local y las capacidades de autogestión, cualquier esfuerzo aislado o externo tiende a fracasar.  Aún asumiendo que el modelo teórico y el fundamento jurídico funcionaran, difícilmente tendrán un impacto en las relaciones del Estado con la sociedad civil sin la reconsideración de los enfoques y estrategias, que impulsen no solo la participación, sino la autogestión local.

Y la participación ciudadana no debe entenderse únicamente como una alternativa a la participación política o a la responsabilidad pública.  Se trata de ampliar el marco de acción y hacerlo coincidente con el fin máximo del Estado: lograr el bien común. Se trata de que los fines públicos no sean monopolizados por el Estado y se tata de replantear y rearticular las relaciones Estado-sociedad civil.  Y estas relaciones abarcarán, no sólo las relaciones del Estado con la economía, sino en la concepción de la nueva participación dentro del sistema político, que incluye el perfeccionamiento de los sistemas de representación política y social en la toma de decisiones, el fortalecimiento de la democracia, la modernización del Estado y por supuesto la consolidación del proceso de paz.

Se incluye también la definición de las potencialidades locales, pero también de amplitud de una actitud positiva y abierta para impulsarlas y fortalecerlas, hay tantas formas de ver las cosas, de que algunos veamos oportunidades y otros veamos dificultades, basta un ejemplo:
En el siglo pasado una empresa de calzado envió a dos vendedores a un países africano para hacer un estudio de mercadeo.  Se recibieron dos telegramas: Mercado cerrado.  Nadie usa calzado. Decía el primero.  Mercado abierto: todas las posibilidades.  Nadie usa calzado. Afirmaba el segundo. 

Es decir que no basta con suponer un proceso de descentralización con la participación ciudadana, es necesario tener la clara convicción de que puede hacerse, de que nuestras localidades pueden responder efectivamente.  Pero también debemos tener conciencia  de que es necesario apoyar la creatividad de los inventores locales, fortalecer la audacia y capacidad de gestión de los líderes, empresarios y comerciantes y favorecer la energía interior que posee cada uno de nuestros pueblos.

La descentralización contribuye o debería hacerlo, al fortalecimiento de la sociedad civil y se constituye en un medio para fortalecer la democracia, pero también se constituye en otra forma  para la dependencia local hacia el aparato estatal.   En tanto los sujetos sociales no puedan crear mecanismos para satisfacer sus necesidades, generar organizaciones que estructuren sus demandas y potencializar sus posibilidades para superar su propia situación de dependencia, no existirá una real descentralización.

Y aquí cobran importancia las palabras de Hill: "El motivo central de preocupación ha sido -y seguirá siéndolo- la necesidad de que el gobierno local sea un gobierno responsable, puesto en manos de consejos electivos dotados de genuinos poderes para proporcionar servicios importantes a unas demarcaciones que resulten adecuadas para quienes viven en ellas, y sin una subordinación total al gobierno central."

Es claro, entonces, que las políticas de descentralización no podrán avanzar si no se reducen los mecanismos de dependencia y de presión local y si no se mejora sustancialmente el trabajo intersectorial.  Tenemos claro que en el ámbito social no hay metas que puedan alcanzarse aisladamente.  Estas son metas múltiples, que deben satisfacerse en medio de una diversidad de opiniones y protagonistas.   Y si bien estas metas pueden obedecer a planes integrales e intersectoriales deben partir e implementarse desde los mismos lugares en donde hayan sido generadas las necesidades de satisfacerlas, es decir, que debe existir un alto grado de auto satisfacción local, por lo que obligadamente se necesita de la auto gestión.

Tenemos tanta sabiduría en nuestros pueblos, sabiduría milenaria que ha quedado aprisionada y sujeta a lo que otras personas, sectores o países creen que es lo conveniente. Cada comunidad en Guatemala es un mundo, un mundo que con un poco de apoyo, solidaridad y capacitación, puede autogenerar y crecer.

Creo que aquí cabe la parábola del poeta persa Saadi, que un día fue a la casa de un hombre rico para que le prestara cierta cantidad de dinero.  El rico para humillarle le preguntó:  Cómo es que el sabio viene a la puerta del rico y el rico nunca llama a la puerta del sabio?  Es muy sencillo contestó Saadi, es porque el sabio conoce el precio de la riqueza, mientras que el rico no es capaz de conocer el precio de la sabiduría. 
Avancemos entonces, reconozcamos la sabiduría de nuestros pueblos, reconozcamos su riqueza dándole la oportunidad de participar, de fortalecer sus capacidades y de ser responsables de sus propias acciones para dar respuesta a este nuevo siglo.  Soy responsable de mi rosa, afirma el principito en el inmortal libro de Saint-Exupéry.

Y concluyo con un texto de Chuang Tzú:  Si tus planes son para un año, siembra trigo.  Si son para diez años planta un árbol. Si son para cien años, instruye al pueblo.

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