Si
no sabemos vivir todos juntos como hermanos, pereceremos todos juntos como
idiotas. Luther King.
Para hacer efectiva la participación integral de la ciudadanía es
decisiva la tolerancia entendida como indulgencia, respeto y
consideración. Aceptar las maneras de
pensar, actuar y de sentir de los demás, aunque sean diferentes de las
nuestras, es la base para que la unidad de la diversidad exprese su
riqueza. La búsqueda de la uniformidad
empobrece, limita y tensiona.
La participación ciudadana juega un rol determinante en el proceso de
desarrollo de la democracia en nuestros países, en ella la descentralización se
convierte en una estrategia vital para distribuir el proceso decisorio y
diversificar los canales de opinión, pero sobre todo, para ampliar la capacidad
de orientar y accionar en función de los propios intereses ciudadanos para
alcanzar un mejor futuro.
Los esfuerzos de transformación y modernización del Estado, fundamentan
su accionar en la descentralización. Y
esta enfatiza en la democratización del poder político y en la autonomía
administrativa y económico financiera, de los sectores municipales y locales.
Cuando las funciones asignadas a los organismos o personas en los
procesos de descentralización, son muy generales o abstractas, es muy probable
que la participación se diluya.
Generalmente se atribuye a los entes o representaciones estatales la
función de coordinación y/o asesoría en la planificación o ejecución o en
algunos de sus aspectos, sin que se aclare el sentido de cada uno de los
términos ni la importancia de la participación integral en todo el proceso.
Los órganos creados en el ámbito regional, tales como los consejos de
Desarrollo regional, tienden aún a ser más generales. En casos como los de los consejos de
desarrollo municipal o local, a la participación se le asigna la función de
control o monitoreo, pero no se establecen los medios, ni se definen las
estructuras y niveles de capacitación necesarias, y más aún, no se definen las
responsabilidades y repercusiones que se derivan del ejercicio de esta función.
Es innegable el importante papel
que juegan los organismos estatales, especialmente por su capacidad de
influencia en las decisiones públicas y en la orientación de las decisiones ciudadanas locales. Esto se hace evidente, sobre todo, si se
considera que los organismos que apoyan a la descentralización local, son
dependientes de las autoridades formales que promueven la participación. Participación que llega a entenderse, en
algunos casos, como la información que se brinda al público o como la
intervención inicial en procesos administrativos, sin que esto incluya un
seguimiento e integración real del
ciudadano.
Y aunque el discurso y la realidad disminuyeran su brecha, y aunque los
fundamentos de la normativa replantearen su accionar y permitiera generar
nuevas posibilidades de participación, la verdad es que si no se logra
facilitar el autodesarrollo local y las capacidades de autogestión, cualquier
esfuerzo aislado o externo tiende a fracasar.
Aún asumiendo que el modelo teórico y el fundamento jurídico
funcionaran, difícilmente tendrán un impacto en las relaciones del Estado con
la sociedad civil sin la reconsideración de los enfoques y estrategias, que
impulsen no solo la participación, sino la autogestión local.
Y la participación ciudadana no debe entenderse únicamente como una
alternativa a la participación política o a la responsabilidad pública. Se trata de ampliar el marco de acción y
hacerlo coincidente con el fin máximo del Estado: lograr el bien común. Se
trata de que los fines públicos no sean monopolizados por el Estado y se tata
de replantear y rearticular las relaciones Estado-sociedad civil. Y estas relaciones abarcarán, no sólo las
relaciones del Estado con la economía, sino en la concepción de la nueva
participación dentro del sistema político, que incluye el perfeccionamiento de
los sistemas de representación política y social en la toma de decisiones, el
fortalecimiento de la democracia, la modernización del Estado y por supuesto la
consolidación del proceso de paz.
Se incluye también la definición de las potencialidades locales, pero
también de amplitud de una actitud positiva y abierta para impulsarlas y fortalecerlas,
hay tantas formas de ver las cosas, de que algunos veamos oportunidades y otros
veamos dificultades, basta un ejemplo:
En el siglo pasado una empresa de calzado envió a dos vendedores a un
países africano para hacer un estudio de mercadeo. Se recibieron dos telegramas: Mercado
cerrado. Nadie usa calzado. Decía el
primero. Mercado abierto: todas las
posibilidades. Nadie usa calzado.
Afirmaba el segundo.
Es decir que no basta con suponer un proceso de descentralización con la
participación ciudadana, es necesario tener la clara convicción de que puede
hacerse, de que nuestras localidades pueden responder efectivamente. Pero también debemos tener conciencia de que es necesario apoyar la creatividad de
los inventores locales, fortalecer la audacia y capacidad de gestión de los
líderes, empresarios y comerciantes y favorecer la energía interior que posee
cada uno de nuestros pueblos.
La descentralización contribuye o debería hacerlo, al fortalecimiento de
la sociedad civil y se constituye en un medio para fortalecer la democracia,
pero también se constituye en otra forma
para la dependencia local hacia el aparato estatal. En tanto los sujetos sociales no puedan crear
mecanismos para satisfacer sus necesidades, generar organizaciones que estructuren
sus demandas y potencializar sus posibilidades para superar su propia situación
de dependencia, no existirá una real descentralización.
Y aquí cobran importancia las palabras de Hill: "El motivo central
de preocupación ha sido -y seguirá siéndolo- la necesidad de que el gobierno
local sea un gobierno responsable, puesto en manos de consejos electivos
dotados de genuinos poderes para proporcionar servicios importantes a unas
demarcaciones que resulten adecuadas para quienes viven en ellas, y sin una subordinación
total al gobierno central."
Es claro, entonces, que las políticas de descentralización no podrán
avanzar si no se reducen los mecanismos de dependencia y de presión local y si
no se mejora sustancialmente el trabajo intersectorial. Tenemos claro que en el ámbito social no hay
metas que puedan alcanzarse aisladamente.
Estas son metas múltiples, que deben satisfacerse en medio de una
diversidad de opiniones y protagonistas.
Y si bien estas metas pueden obedecer a planes integrales e intersectoriales
deben partir e implementarse desde los mismos lugares en donde hayan sido
generadas las necesidades de satisfacerlas, es decir, que debe existir un alto
grado de auto satisfacción local, por lo que obligadamente se necesita de la
auto gestión.
Tenemos tanta sabiduría en nuestros pueblos, sabiduría milenaria que ha
quedado aprisionada y sujeta a lo que otras personas, sectores o países creen
que es lo conveniente. Cada comunidad en Guatemala es un mundo, un mundo que
con un poco de apoyo, solidaridad y capacitación, puede autogenerar y crecer.
Creo que aquí cabe la parábola del poeta persa Saadi, que un día fue a
la casa de un hombre rico para que le prestara cierta cantidad de dinero. El rico para humillarle le preguntó: Cómo es que el sabio viene a la puerta del
rico y el rico nunca llama a la puerta del sabio? Es muy sencillo contestó Saadi, es porque el
sabio conoce el precio de la riqueza, mientras que el rico no es capaz de
conocer el precio de la sabiduría.
Avancemos entonces, reconozcamos la sabiduría de nuestros pueblos,
reconozcamos su riqueza dándole la oportunidad de participar, de fortalecer sus
capacidades y de ser responsables de sus propias acciones para dar respuesta a
este nuevo siglo. Soy responsable de mi
rosa, afirma el principito en el inmortal libro de Saint-Exupéry.
Y concluyo con un texto de Chuang Tzú:
Si tus planes son para un año, siembra trigo. Si son para diez años planta un árbol. Si son
para cien años, instruye al pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario