viernes, 10 de junio de 2011

ÉTICA Y EDUCACIÓN, varios autores

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Esta recopilación de textos sobre ética y educación selecciona el  pensamiento de autores como Carlos Molina Jiménez, Manuel Salazar Tetzaguic, Vicenta Telón Sajcabún, Miguel Martínez Martín, Adela Cortina, Felix García Moriyón, Adriano Rodríguez Ruiz y Lucía Marta Bellini.
En el ensayo De la vida moral, de Carlos Molina Jiménez, se entra en consideraciones de orden conceptual, en las que se definen diversos términos relacionados con el tema.  Quizás lo más importante a rescatar  es la anatomía del acto moral en la que se evalúan las consistencias  de conducta que una persona realiza ante situaciones que plantean problemas de bien o mal, ya sea por acción u omisión, puesto que es aquí en donde se ponen a prueba los valores que se poseen.  Muchas personas hablan de valores y muchas otras critican los comportamientos de sus vecinos, el problema es que ven y critican los comportamientos ajenos, pero justifican los propios aunque estos vayan en contra de lo establecido por la sociedad y/o afecte a otros individuos. La regla de oro de la moralidad nos ayuda a establecer la diferencia: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti; parece tan simple pero es tan difícil de establecer para algunos, cuando se tocan sus propios intereses.
Los valores de la filosofía maya, de Manuel Salazar Tetzaguic, nos dejan una clara lección de criterios simples y sabios para la búsqueda de la armonía y el buen actuar.  Más allá de que en los valores mayas se consideran fundamentales la convivencia de la paz y la justicia, es importante señalar el énfasis que se hace en la importancia y sostenimiento del trabajo creativo y productivo, la clara concepción orientada hacia  el desarrollo del arte, de la ciencia y el pensamiento. Es decir que los valores, en el marco de esta cultura, sustentan la dignidad y la libertad del pueblo maya en la sociedad multicultural que construye la interculturalidad. La organización social, familiar y la base moral maya, se sustenta principalmente en el respeto a los mayores, la solidaridad entre las personas, el sentido de interrelación con la naturaleza, y el valor del trabajo diligente y responsable.  Puede decirse que esta visión toca todos los temas del comportamiento humano y su correspondencia y respeto hacia el universo en el que nos desenvolvemos, es una buena base para divulgar y fortalecer en los procesos formativos en nuestro país.  Pienso que a todo nivel.
En  La educación moral, de Miguel Martínez Martín, se insiste en la necesidad de superar los niveles propios de un modelo democrático elitista y meramente participativo, hacia modelos de democracia real que faciliten el progreso hacia una sociedad más justa, con esto se busca reflexionar sobre la conveniencia de un cambio de valores orientados hacia la solidaridad y la justicia, más que hacia el desarrollo individual y la competitividad que persigue el bien individual sobre el bien común.  Debe superarse la concepción tradicional de los Derechos Humanos basada en temas de carácter civil, político y económico y orientar el accionar hacia temas de solidaridad, justicia y oportunidad.
La educación moral es necesaria para procurar el pleno desarrollo integral de la persona, no sólo en su dimensión racional tendente a la autonomía moral, sino también en sus niveles de perseguir la felicidad pero hacia una concepción de felicidad solidaria. La educación moral por consiguiente, debería perseguir potenciar la capacidad de orientarse con autonomía, racionalidad y solidaridad en aquellas situaciones que puedan suponer un conflicto de valores y en las que podamos entender proposiciones que vayan más allá de nuestras ideas e intereses.
Un buen medio para reconocer el grado de aprecio que una sociedad tiene por lo moral consiste en observar el interés que se toma por transmitirla en la educación, nos dice Adela Cortina.  Que tal si ponemos a prueba este cuestionamiento en nuestro país.  ¿Qué resultados puede darnos en los diferentes niveles educativos?.  ¿Existe un interés real en promover los valores en los distintos niveles educativos, o es sólo una frase que se utiliza por ser políticamente correcto? La única forma de impulsar la participación solidaria y responsable es alentar una cultura de valores en los distintos estamentos y procesos de formación de un individuo dentro de la sociedad.  En ese sentido en La ética del profesorado se hace énfasis en que la enseñanza es una actividad intrínsecamente moral y que el profesorado no puede renunciar a verse a sí mismo como agente moral a menos que quiera poner en duda seriamente su actuación profesional, pero también se debe estar consciente, de que resulta imposible educar si no se cuenta con una estrecha colaboración de las familias. La formación del niño y del joven es una responsabilidad compartida, pero la educación formal juega un papel preponderante, el cual debe asumir, para lograr superar la pérdida de valores que se están dando entre los diferentes sectores de la juventud.  
Sin embargo debe considerarse que las pautas de conducta que adquieren los niños proceden mucho más de lo que ven hacer y de lo que les obligan a hacer, que de lo que se les explica una vez tras otra.  Es decir que el ejemplo es básico para el proceso formativo. Pero ¿qué enseñanzas da el sistema a las nuevas generaciones?  ¿Qué aprendizaje puede proveer a los niños y jóvenes el deterioro social de su ambiente de vida, plagado de delincuencia, corrupción y desinterés? Nuestro contexto actual no propicia la consolidación de los valores desde afuera, estos deben proveerse desde la familia, desde la escuela, desde la universidad, en donde todavía podrían consolidarse esfuerzos generados en las edades más tempranas.  No hay otra, este es un momento de crisis de valores que se ha generalizado en nuestro país y nuestra intervención y ejemplo son determinantes para hacerle frente.  Por eso me parece muy adecuada la frase de Felix García Moriyón, que resume el nivel de responsabilidad que tenemos como docentes: Educar es intrínsecamente una actividad moral y hace falta cuidar al máximo esa dimensión moral de nuestra actividad.
El cuestionamiento ideológico no está ausente de la reflexión moral educativa.  ¿Debemos educar para la competitividad o para la solidaridad?  Quizás la pregunta no debe ser excluyente, no necesariamente debe ser una o la otra.  Pienso que debemos educar para la solidaridad pero teniendo una visión de búsqueda  para hacernos más competentes cada día.  Formar jóvenes conscientes de su entorno y responsables de su comunidad, no tiene que llevar a un enfrentamiento, más bien puede ser una forma de desarrollar y potenciar las distintas capacidades para que a nivel individual y comunitario pueda hacerse frente de manera efectiva a las distintas situaciones que se deben enfrentar.
No se trata sólo de las visiones empiristas y constructivistas tradicionales.  El empirismo sigue funcionando en muchos centros educativos a todo nivel y el constructivismo de Piaget está en una clara evolución también haciendo su paulatina aparición en diferentes entidades. Estamos de acuerdo en que definitivamente la función de la educación debe orientarse a favorecer el desarrollo de las distintas habilidades de los educandos, tratando de que puedan insertarse en el contexto que les toca vivir de una forma efectiva pero a la vez solidaria.  Con una clara concepción de sus valores culturales propios, pero también de su posición ante el mundo y esto sólo podrá ser posible si se le enseña a aprender, si se le dan cimientos morales que le hagan responsable del bienestar de su sociedad y su contexto natural.  Pero sobre todo si se le enseña a desarrollar una actitud crítica y reflexiva que le permita modificar su propia realidad de forma positiva para él y su medio. Y para esto no se necesita de ir muy lejos, deberíamos tomar como propias las enseñanzas y valores transmitidos por los abuelos mayas y divulgarlas ante nuestros estudiantes.  Para ver el resumen.
Referencia:
Varios autores (2002) Ética y educación.  Cuadernos pedagógicos. No 17. MINEDUC: Guatemala.

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