sábado, 11 de enero de 2020

Un acercamiento a los cambios paradigmáticos en las visiones curriculares la Facultad de Arquitectura de la USAC


Resumen
La Facultad de Arquitectura ha estado sometida a diversas variaciones en su concepción como institución y en sus planes de estudio a lo largo de su historia. A casi 60 años de su fundación esta organización ha tenido avances, rompimientos y hasta retrocesos. Los cambios se visualizan en distintos enfoques educativos propiciados por las situaciones del contexto, los intereses políticos y académicos y los actores que intervinieron.  Este artículo pretende hacer una aproximación al tema de los cambios paradigmáticos que sirva de punto de partida a posteriores investigaciones de orden teórico e histórico comparativo con otras latitudes.  Para ello se proponen cinco fases que indagan en la historia de la Facultad, las que hemos denominado: 1) el modelo tradicional, 2) el modelo de reconstrucción social, 3) el enfoque pragmático, 4) la visión estratégica y 5) la fase de respuesta coyuntural.  A partir del análisis documental se realiza un breve recorrido por cada una de estas fases, y se reflexiona sobre las situaciones que pudieron incidir en los cambios de concepción en el desarrollo de la facultad de arquitectura.
Byron Rabe
Palabras clave: Paradigmas de enseñanza, enseñanza de arquitectura, plan de estudios.

Las escuelas y los sistemas escolares son organizaciones políticas en las que el poder es una característica organizativa. Ignorar las relaciones de poder y el sistema existente restará esfuerzos a la reforma. Esto ocurrirá, no porque haya una gran conspiración o una terquedad de mula para resistir al cambio, o porque los educadores simplemente adolezcan de falta de imaginación y creatividad, sino más bien porque reconocer e intentar cambiar las relaciones de poder, especialmente en instituciones tradicionales complejas, es una de las tareas más complicadas que los seres humanos podemos emprender.
Seymour Sarason

Las decisiones institucionales han marcado los procesos educativos a lo largo de la evolución académica.  Estos procesos en múltiples oportunidades han sido revisados, criticados y hasta modificados por medio de distintos movimientos, a veces académicos, a veces ideológico-políticos, pero en los que siempre hubo una lucha de poder en las que se atentaba contra el mantenimiento de los valores, los modelos tradicionales y las posibles pérdidas en el acomodo académico.  Estos procesos se mantienen vigentes y han respondido a la dinámica de los tiempos, a los escenarios y a los actores. Los valores cambiantes, los fundamentos teóricos, las corrientes científicas y epistemológicas, han incidido en múltiples escuelas de diseño y en el nivel de institucionalidad que han alcanzado.  Esto se observa en el desarrollo institucional de la facultad de arquitectura, como podrá deducirse en la descripción de lo que hemos llamado concepciones evolutivas en la Facultad de Arquitectura.
Primera concepción, el modelo tradicional
La primera concepción (1955-1971), se originó previo a la fundación oficial de la Facultad de Arquitectura en 1958. La tendencia a valorar los criterios estéticos y sensibles en esta primera etapa, es manifiesta, por ejemplo en 1955, cuando la carrera de arquitectura era aún departamento de la Facultad de Ingeniería; se planteaba «…dado el carácter del curso de Diseño Arquitectónico II, no debía ser un arquitecto en sí el catedrático, sino un artista, para imprimirle más vida y sensibilidad…»[1]  Esta opinión en un documento institucional permite observar la relevancia que se le daba a la arquitectura y el diseño en relación a los factores artísticos y estéticos.
El primer plan de estudios se basó en la interrelación de los criterios de la facultades de humanidades e ingeniería y de la Escuela de Artes Plásticas. Constituía el impulso de conocimientos adquiridos en el extranjero; se orientó, primordialmente, «a relacionar la arquitectura con la teoría, la historia y el arte. Los docentes eran ingenieros, artistas y arquitectos graduados fuera del país.»[2]  Este período fue bastante influido por los preceptos de la Bauhaus, en cuanto a su orientación esteticista y experimental.  La orientación teórica de este período puede ubicarse en el modelo de enseñanza tradicional, en el que se buscaba transmitir valores y saberes, prevalecía la disciplina, el maestro era el modelo a imitar y siempre tenía la última palabra.  Uno de los fundadores de la Facultad, el arquitecto Carlos Hauessler, se refería a los criterios que perseguían:
Necesitábamos hacer una nueva arquitectura en el país, que fuera propia con todos los ingredientes nacionales.  Era la meta utilizar nuestros recursos, nuestras artesanías, nuestros paisajes, nuestras tradiciones, nuestro colorido; guardando el respeto a nuestro entorno y por consiguiente a nuestro clima, valorando las orientaciones, la pureza de la expresión de los materiales, tomando también los conceptos de buena arquitectura del pasado en la que se integraran las artes plásticas, oyendo a los principios de grandes teóricos como Vitrubio que ya en esa época pregonaba: Un edificio debe ser construido con atención a la firmeza, comodidad y hermosura. [3]
La búsqueda de la consolidación de este enfoque se observa en 1969, en el primer plan de estudios analizado.  Este plan tenía una fuerte carga hacia los cursos de historia de la arquitectura, la filosofía y la teoría, (16 cursos en total que hacían el 22%), se daba una fuerte atención hacia los cursos de edificación (14 cursos equivalentes al 19%), y matemáticas y estructuras (11 cursos, 15%). Estos 41 cursos constituían el  56% de la carrera.[4].  Podemos comenzar a observar cómo se distribuye la orientación de la carga académica que servirá de referencia en los siguientes momentos del análisis realizado.
Pero este modelo, vigente desde el inicio de la carrera de arquitectura, había generado resistencia en grupos estudiantiles que no compartían el que llamaban enfoque elitista y comenzaron a hacer planteamientos que ellos consideraban más acordes a una época que propugnaba por la vinculación de la universidad con la sociedad.
Las principales contrariedades en esta época se enfocaron en las críticas generales hacia la realización en los cursos de diseño, de proyectos suntuosos desvinculados de la realidad nacional y a que no existía integración o coordinación entre las asignaturas.  Se criticaba la marcada visión esteticista y formal, que si bien, favorecía el desarrollo de la creatividad artística, no vinculaba al estudiante con su propia realidad social de acuerdo con las orientaciones que la universidad de atender la problemática nacional. Como una reacción a estas acusaciones de falta de coherencia con el contexto social y en congruencia con el modelo universitario orientado hacia la vinculación con la realidad nacional, se fueron propiciando las condiciones para un cambio fundamental.
Segunda concepción, la reconstrucción social
La segunda concepción, (1972-1981), coincide con los movimientos sociales de la época y con la crisis académica que se había generado por la falta de respuesta de las autoridades a las demandas estudiantiles.  Se llegó a un largo cierre de actividades académicas, que inició en abril de 1972 con la realización del Congreso de Reestructura de Arquitectura (CRA).  Este evento generó una serie de planteamientos que modificaron sustantivamente la formación del arquitecto, como se verá a continuación.  Este período puede ubicarse en el enfoque de reconstrucción social que concibe al estudiante como un agente de cambio social, que propiciaba el desarrollo de habilidades crítico reflexivas para modificar su contexto social.
Una nueva filosofía con claros sustentos político-ideológicos originó un cambio radical que se orientó, en especial, a proporcionar al estudiante conocimientos de su propia realidad social y criterios para ser generadores del cambio social.  El movimiento planteó como nuevo arquitecto a “aquel que orienta su acción, no a la obra aislada, sino a la obra orgánica y social”.[6]  Los proyectos de diseño se enmarcaron en las necesidades sociales de las comunidades; se hizo énfasis en las metodologías de diseño, en especial en aquellas que estaban basadas en el método científico y fundamentadas en el racionalismo histórico.  Por consiguiente, se fortaleció el estudio del método, las metodologías generalmente establecidas en los cursos de diseño y en la búsqueda de el diseño funcional basado en la racionalidad y la realidad socioeconómica.
La reestructura del CRA, contenía fundamentos teóricos respaldados en una visión crítica de la arquitectura, que incluso se fue fortaleciendo al correr de los años. Dicha visión argumentaba sobre la necesidad de una explicación científica de la realidad y sus manifestaciones y ocultamientos.  Lionel Méndez Dávila[7] planteaba: “La arquitectura como fenómeno, como objeto de conocimiento, sólo podemos penetrarla por medio de las ciencias sociales. [8]   Si bien se impulsó la formación de un arquitecto con sólidos conocimientos teórico sociales, la formación profesional tendría serias debilidades en los aspectos técnicos y creativos.
Aunque los principales cambios durante este período fueron cualitativos, se observó un incremento notorio en el porcentaje de cursos en el área de contexto y desarrollo (21%), seguido de lo técnico constructivo (20%) y lo científico estructural (17%), que sumaban el 58% de los cursos de la red.  En el área de Contexto y desarrollo, se crearon cursos como sociología, economía política, geografía económica, ciencias políticas, seminarios de realidad nacional, entre otros; también se incrementó el área científico estructural y el área técnico constructiva.  Se redujo el porcentaje de cursos del área de teoría e historia; diseño y composición y, dibujo y representación.  A pesar del incremento del porcentaje en lo técnico constructivo, una de las principales observaciones a este período fue la falta de formación y práctica en el área constructiva.  No obstante, la posibilidad de inserción en el mercado de la construcción, en especial por el incremento en esta actividad económica, en gran parte originado por el terremoto de 1976, favoreció que muchos estudiantes tuvieron la oportunidad de laborar en el campo y generar experiencias importantes para complementar su formación.
A finales de la década de los 70 y principios de los 80, la Universidad de San Carlos estuvo envuelta en un crítico período de represión que afectó directamente a la Facultad de Arquitectura.  La persecución, asesinato y exilio de docentes y estudiantes mermaron la presencia en la acción académica y disminuyeron la capacidad reflexiva y teórica.  Fue un período de desorden y desarticulación administrativa, en el que, si bien se mantuvo la actividad de enseñanza, esta se realizó con serios problemas organizativos y académicos.
Con la disminución progresiva de la represión y el evidente agotamiento del modelo del CRA, en especial por la ausencia de sus principales promotores, pero también por los requerimientos de mayor atención a la técnica y la práctica de la construcción, se presentaron condiciones para un nuevo cambio de modelo.
Tercera concepción, la visión pragmática
La tercera concepción (1982-1994), se constituyó en una nueva readecuación curricular que dio origen a la recuperación de la institucionalidad de la facultad, la cual fue seriamente dañada por la guerra interna, por el exilio de algunos profesores, por la salida del decano en 1979 (para incorporarse al movimiento revolucionario) así como por el traslado de estudiantes a otras universidades.  Se inició una nueva pero tibia perspectiva curricular que, durante los años 80 y parte de los 90, mantendría una visión positivista de la técnica y de su aplicación en el campo de la arquitectura. La fundamentación teórica se reduciría, al igual que la marcada orientación social de los años 70.  Comenzó a revelarse un tercer cambio que generaría variaciones en el Plan de estudios y que se iniciaría con el Pensum 82.  
A raíz de un nuevo Congreso de evaluación de arquitectura, realizado en 1984, se impulsarían una serie de cambios para fortalecer los aspectos técnicos que se observan en la reducción de los temas del área de contexto y desarrollo y en el interés de favorecer el desarrollo de la capacidad técnica y constructiva. No obstante en el plano cuantitativo, se observa que tres áreas mantendrían el mayor porcentaje de cursos fueron la Científico estructural (19%), la Técnico constructiva (18%) y la de Contexto y desarrollo, que aunque fue el área con mayor reducción de cursos, (de 21 a 16 cursos), mantuvo un porcentaje representativo (18%).  Estas tres áreas sumaban el  55% de la carga académica general. 
La nueva propuesta redujo la carga de cursos orientados al ámbito social, pero se ampliaron las expectativas hacia los temas de diseño, se comenzaron a vincular con la factibilidad de ejecutarse técnicamente, se acrecentó la atención a la metodología proyectual y se fortaleció el concepto de taller síntesis como eje integrador.  El modelo, si bien no tenía fundamentos sólidos como los planteados en el CRA, se centró en la acción pragmática de formar un arquitecto con mayor capacidad técnica. Los comportamientos conductistas, la enseñanza magistral así como el modelo tradicional permanecería vigente.
En la parte media de esta etapa comenzó a fundamentarse el enfoque tecnológico de la educación, fusionándose con los modelos de enseñanza tradicional, el conductista y el cognitivo. Pero el enfoque tecnológico haría aportes para un ordenamiento de la acción didáctica al establecer la secuencia lógica entre objetivos, contenidos y criterios de evaluación, centrados en el logro de habilidades y destrezas.  Esta visón también generaría nuevas inquietudes que darían paso a la construcción de un nuevo  modelo.
Cuarta concepción, hacia un enfoque estratégico
El cuarto enfoque (1995-1998), se respaldó en el análisis de las tres experiencias anteriores que respondieron en su momento, a un rol histórico según demandas y necesidades circunstanciales. Para 1994 las condiciones estaban cambiado sustantivamente, la realidad social y laboral se estaban modificando y la tecnología comenzaba a socializarse a grandes escalas.  Era el momento para una reestructura curricular completa. La coyuntura apuntaba a aprovechar a una generación de jóvenes profesores que cursaron la maestría en docencia universitaria, que podían y querían aportar a una propuesta técnicamente elaborada.  En los tres paradigmas anteriores se había dado muy poca atención a los temas contenidos en las áreas relacionadas con lo estratégico operativo, las tecnologías digitales y la investigación aplicada.
Se diseñó un nuevo pensum que planteaba una formación integral, tanto en contenidos como en procesos.  La propuesta se basaba en la construcción de un enfoque estratégico que incluía la definición de escenarios, el perfil profesional, el marco institucional, la fundamentación teórica, el enfoque curricular, diplomados técnicos y nuevas líneas de especialidad, así como nuevas opciones de graduación y prácticas técnicas adicionales al EPS, entre otros.  En relación al tema del diseño se incluyeron los perfiles, la diferenciación y dosificación en los tres niveles en la estructura del pensum, para lograr la integralidad horizontal y vertical.  El diseño del pensum 95 se orientó a formar un arquitecto integral, que se resume en la siguiente imagen objetivo:
Se pretende la formación de un profesional en el campo de la arquitectura que pueda desenvolverse con eficiencia y eficacia, tanto en lo profesional general como en las actividades específicas de su especialidad, que sea lo suficientemente creativo y preparado para enfrentar la problemática actual y futura de la arquitectura con una visión estratégica en relación a su contexto social, cultural, tecnológico y ambiental, para que contribuya de esta forma al logro de las finalidades, objetivos y políticas tanto de la Universidad de San Carlos de Guatemala como de la Facultad de Arquitectura.[9]
En este período hubo una distribución equilibrada entre las distintas áreas identificadas para el estudio.  Ninguna sobrepasa el 15%.  Las que tienen este porcentajes son las de Teoría e historia y la Técnico constructiva, seguidas del área de Dibujo y representación y la de Contexto y desarrollo (ambas con el 12%).  Es decir que entre estas cuatro áreas se alcanza el 54% de la carga académica.   Es de agregar que, congruente con el enfoque estratégico, en este Plan el área Estratégico operativa alcanza el 10%,[10] en esta área se crean nuevos cursos como Mercadotecnia, Administración 1 y 2 y Economía Empresarial.  Adicionalmente, se propusieron cursos de dibujo por computadora y prácticas edificatorias que perseguían el aprendizaje integral. Se incrementó la cantidad de cursos debido a que se ampliaron los cursos electivos para generar salidas diversas con énfasis temáticos en líneas de especialidad como conservación de monumentos, teoría de la arquitectura, diseño asistido por computadoras, urbanismo, manejo y diseño ambiental y tecnología de la arquitectura.
En este Plan se formulan preceptos integradores que incluyen una visión estratégica y aspectos del contexto social y cultural, que consideran la necesidad de atender los aspectos tecnológicos y los ambientales y se establece la importancia de formar profesionales creativos preparados para el futuro.  A partir del cambio de autoridades en 1998 se comenzaría a modificar el enfoque y la mayoría de innovaciones, como se verá a continuación, serían eliminadas.
Quinta concepción, los reajustes coyunturales
El quinto planteamiento (1998-2014) comienza a evidenciarse en el Congreso de Readecuación Curricular[11] en el 2000, que derivó en propuestas orientadas a eliminar o modificar las propuestas elaborados en el pensum 95.  Se eliminaron diplomados, seminarios de graduación por especialidad y cursos como mercadeo, estadística y dibujo por computadora, incluso se eliminó la Unidad Digital que brindaba un acercamiento a la creciente necesidad de utilizar la tecnología en la carrera.  En los finales de la administración 1998-2002, se aprobó la propuesta básica que concibió la modificación del Pensum 95, que fue conocida como Pensum 2002.[12]  Sin embargo, en esta propuesta, al igual que en el 82, por ser parte de una readecuación, no se desarrolló ningún nuevo fundamento curricular, teórico o institucional. 
Los tres primeros lustros del siglo XXI constituyeron un período de ajuste y reacomodo permanente.  En la primera propuesta del Pensum 2002, se identifica casi la misma cantidad de cursos, por áreas, que en el P95.  Sin embargo, se redujo el área Estratégico operativa (de 10 a 6%), se eliminaron los seminarios de graduación lo que hizo reducir el área de investigación y aplicación (de 10 a 5%), se eliminó totalmente el área Tecnológico digital (que sería nuevamente creada en el 2014).  
La última red curricular derivada del Pensum 2002 y publicada con modificaciones en el 2014, muestra un comportamiento cuantitativo que orienta el mayor porcentaje a la Teoría e historia y a lo Técnico constructivo (ambas con el 16%), seguido de lo Científico estructural y de Contexto y desarrollo (ambas con el 12%); estas cuatro áreas formaron el 56% de la estructura de cursos.
A lo largo de este siglo el pensum se ha ido modificando para cubrir necesidades puntuales, respondiendo a inquietudes o propuestas individuales o sectoriales[13] y a coyunturas específicas, como las evaluaciones en el Ejercicio Profesional Supervisado y el estudio de mercado elaborados en 2008[14].  Hubo una clara preocupación hacia el tema ambiental y, en la última parte del período, se retomó la importancia de los temas de tecnología digital.  También se inició un proceso para la acreditación internacional de la carrera de arquitectura.[15]  Si bien no se diseñó ningún modelo institucional a nivel académico, que se haya socializado y asumido por los docentes, si se impulsó una reestructura administrativa y normativa, para replantear la organización facultativa  generando un modelo normativo. 
En el 2012 volvieron a incluirse asignaturas relacionadas con herramientas digitales para favorecer la capacidad de comunicar los proyectos de diseño y llevar la expresión gráfica a un nivel más adecuado a los tiempos que viven los estudiantes de las nuevas generaciones. También se trató de trasladar los programas del enfoque por objetivos al enfoque por competencias, ante requerimientos de la misma universidad, pero sin alterar los contenidos de los cursos y sin implementar las metodologías pertinentes. Pero la carencia de políticas institucionales dificultó plantear aspectos integrales para el desarrollo académico.
Debe considerarse que la dinámica interna que la facultad ha tenido a lo largo de los últimos años obedece a mecanismos complejos que derivaron en poca participación para la reestructuración integral del currículo, lo que favoreció el statu quo y que, de alguna manera, incidió en el derrotero académico político y en las modificaciones internas que pudieron realizarse.  Iain Mangham afirma que “en esencia, el poder y las políticas afectan dramáticamente e incluso determinan todas las dimensiones claves del cambio y la innovación en las organizaciones. Reflejan típicamente el fuerte apoyo de unos y la férrea oposición de los otros. Los intereses de los grupos están en juego y cada truco y recurso será empleado para provocar o para oponerse con éxito a la innovación.”[16]  Esta situación es producto de la propia dinámica, a veces sin obedecer a intencionalidades predefinidas, pero existe y pudo ignorarse o pasar desapercibida por falta de procesos de reflexión y discusión que revisaran y sistematizaran los procesos académicos.
Es necesario enfatizar en que la categorización se ha hecho por similitudes y que se han sumado los cursos fundamentales y electivos. Estas decisiones taxonómicas se tomaron para facilitar la comparación sobre criterios comunes, pero también pueden servir para generar nuevas taxonomías y propiciar análisis cualitativos en próximas investigaciones.
Hay momentos en los que se manifiestan énfasis cuantitativos claramente marcados en áreas específicas, el primero se da en 1969 en los cursos de teoría e historia, el segundo y más notorio es en 1972 con el incremento de los cursos ubicados en el área de contexto  y desarrollo, entre 1972 y 1982 hay un fuerte énfasis en lo científico estructural y en 1995, se observa el crecimiento de los cursos en lo estratégico operativo y en investigación y aplicación, en este momento también se observa la intencionalidad de atender con más énfasis los temas de tecnologías digitales, que luego de desaparecer volverían al mismo nivel en el 2014.  En lo referente a lo técnico constructivo, la tendencia dentro de la carrera siempre ha mantenido una presencia importante. 
En 2018 se presentó una propuesta integral para el cambio de pensum, la cual hasta el momento, no ha sido aprobada.  
Reflexiones
Durante el desarrollo de la Facultad de Arquitectura varios enfoques de enseñanza han orientado su proceso educativo; los planes de estudio han tratado de adaptarse a esos enfoques, sin embargo como pudo observarse, salvo en lo estratégico operativo y en lo tecnológico digital, las diez áreas temáticas identificadas fueron cubiertas de una u otra manera en cada época. 
Se pudo observar que los cursos relacionados con el área Estratégico operativo tienen una frecuencia relativa de 0 a 2 en los planes de 1969,1972 y 1982, pero crecen en el Pensum 95 a 9, y luego vuelven a bajar a 5.  En lo que respecta a los cursos del área de Tecnologías digitales, después de incrementarse hasta llegar a una frecuencia de 4, desaparece totalmente en el Plan de 2002, volviéndose a incluir en el 2014. Es importante señalar la constancia en una alta frecuencia en los cursos del área Técnico constructiva, que han mantenido una frecuencia arriba de 13, llegando hasta 20 en 1972; así como del área Científico estructural que tuvo la mayor frecuencia de 17 en los planes de 1972 y 1982.  El cambio de frecuencia más notorio se dio en el área de Contexto y desarrollo al pasar del Plan 1969 con 8, al Plan 1972 con 21.  Esta área se fue reduciendo progresivamente hasta llegar a una frecuencia de 10 en el pensum 2002.
Sin embargo debe acotarse que las discrepancias principales entre los distintos momentos de desarrollo institucional de la facultad, más que en la cantidad de cursos, han estado en las prioridades y orientaciones ideológico académicas de cada período.
En un primer momento se priorizaron las variables éticas y estéticas, se hacía énfasis en la historia y la teoría clásica de la arquitectura, aunque también había una clara atención a los temas de edificación y estructuras.  El concepto de contexto, estaba más relacionado con el medio físico que con el medio social y se impulsaban proyectos que no siempre respondían a estos contextos sociales. El desgaste del enfoque de esta época se fue manifestando en la creciente oposición al modelo tradicional de enseñanza señalado por la preponderancia del criterio del docente, la percepción de un elitismo que se había propiciado en la carrera que no obedecía a la realidad social que se estaba viviendo y la tendencia de desarrollar proyectos que no siempre respondían a las necesidades sociales.
La segunda concepción se desarrolla dentro de un escenario conflictivo nacional en el que la universidad juega un papel relevante.  En este momento los temas sociales toman la prioridad dentro de la universidad y esto se manifestaría en la nueva propuesta de reestructura curricular.  El Congreso de Reestructura de Arquitectura, marcaría la pauta y daría inicio a un modelo de reconstrucción social que haría sustantivos cambios en la forma de entender la profesión del arquitecto en nuestro medio.  Se buscaba un arquitecto capaz de modificar su realidad social y el énfasis en las materias de enseñanza se volcó a este enfoque.  No obstante, el modelo no pudo sostenerse debido a la ausencia forzada de sus principales ideólogos por causa de la guerra interna en Guatemala.
Las repercusiones del proceso de confrontación fueron notorias, la fuga de docentes y estudiantes, los cambios en la institucionalidad y la carencia de una cabeza directriz habían hecho mella.  Eso dio lugar a una tercera concepción, la que se ha llamado la visión pragmática que se desarrolla en función de recuperar la estabilidad institucional, dañada seriamente a finales de los 70 e inicios de los 80. A ello se agrega la creciente necesidad formativa de fortalecer los aspectos técnico constructivos y de desarrollar criterios integrados en el proceso de enseñanza, lo que se daría de manera parcial y muy limitada por medio de los Talleres Síntesis y la metodología proyectual. En este período se comenzó a bosquejar una orientación hacia el enfoque tecnológico en el diseño curricular. Pero las confrontaciones teórico ideológicas que prevalecían y la falta de una fundamentación sólida a nivel teórico y epistemológico no permitirían cambios sustantivos en la acción docente y por consiguiente el desarrollo de un modelo curricular consistente.
La cuarta concepción que buscaba el desarrollo de un enfoque estratégico, debía responder a los cambios en el contexto mundial y nacional, a la nueva configuración del Estado y a la realidad socio económica y, por consiguiente, del mercado laboral. También debía considerarse el creciente desarrollo tecnológico, y la necesidad de estructurar un diseño curricular mucho más consistente e innovador que respondiera a los nuevos requerimientos.  Se planteó un modelo estratégico que abriera posibilidades de adaptación a los cambios futuros que se avecinaban y que finalmente, en el Siglo XXI, nos alcanzarían.  Si bien el modelo se diseñó y aprobó, con el cambio de dirección de la facultad, se eliminaron la mayoría de innovaciones generando un proceso progresivo de desmantelamiento de los criterios curriculares propuestos, quedando el referente de cursos tradicionales que se habían impulsado en los modelos anteriores.
La quinta concepción, la de los reajustes coyunturales, oscila entre el acomodamiento de nuevos criterios y el reajuste en función de demandas puntuales.  A principios del siglo se realizaron los principales cambios no solo de contenidos sino de fondo, la visión estratégica se deja por un lado, al igual que los planteamientos de integración curricular y de desarrollo de la tecnología digital.  No obstante, varios años después en la segunda década del siglo y luego de constatar las necesidades, comienzan a recuperarse algunos de estos planteamientos tratando de retomar estas líneas para actualizar el pensum.  Sin embargo, no se hizo un planteamiento integral, ni se unificaron las bases teóricas y epistemológicas por lo que la facultad careció de líneas institucionales que la orientaran.
No puede dejar de hacerse la observación de que los períodos de los cambios en los enfoques y modelos de enseñanza, generalmente han sido coincidentes con los cambios de dirección en la conducción de la facultad y que no se ha podido definir una visión de futuro de manera integral que trascendiera las visiones político ideológicas para orientar una visión de una facultad adaptable a condiciones y épocas en permanente cambio. 
En general, este trabajo ha permitido realizar una propuesta exploratoria sobre el tema en estudio y se constituye en un punto de partida para posteriores investigaciones específicas que contribuyan a explicar el proceso, que propicien investigaciones de orden teórico y también de orden histórico comparativo dentro de un contexto más amplio.  En este momento nos encontramos realizando una investigación más profunda sobre el tema.
 
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[1]      Facultad de Ingeniería.  Junta  Directiva.  Acta 412, punto 2º del 21 de julio de 1955.
[2]      Byron Rabe,  Un modelo de desarrollo institucional aplicado a la facultad de arquitectura, 33-34.
[3]      Carlos Haeussler.  Pionero del modernismo guatemalteco.  Conferencia dictada en la Universidad Francisco Marroquín, el 19 de marzo de 2012.  Disponible en:
http://newmedia.ufm.edu/gsm/index.php?title=Haeusslermodernismoguate
[4]     Los cursos de diseño y composición a lo largo de la carrera han tenido la mayor importancia y el mayor número de créditos y en promedio han ocupado el 12% de la carga académica.
[5]     Decano de la Facultad de Arquitectura durante 1981-1985, en Raúl Navas, Historia de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala. (USAC: 2008), 17.
[6]      Facultad de Arquitectura, “Proyecto de Reestructuración,” (Congreso de Reestructura de Arquitectura, Universidad de San Carlos de Guatemala, agosto de 1972) 11
[7]      Decano de la FARUSAC, durante el período de 1975 a 1979.
[8]      Leonel Méndez Dávila, Teorías de la arquitectura. 25 autores. (Universidad de San Carlos de Guatemala: Editorial Universitaria, 1975) iii
[9]     Facultad  de Arquitectura, Propuesta Pensum 1995, Programa de readecuación curricular, (Universidad de San Carlos de Guatemala. Octubre de 1994), 4
[10] Anteriormente no había sobrepasado el 2% y en el futuro volvería a reducirse.
[11] Facultad de Arquitectura, “Congreso de Readecuación Curricular”,  Universidad de San Carlos de Guatemala. 12, 13 y 23 de diciembre de 2000.
[12] Según consta en Actas de Junta Directiva, 32-2001 del 29 de noviembre de 2001 y 11-2002 del 2 de mayo de 2002.
[13] Por ejemplo: la Propuesta de incorporación de la temática de emprendimiento empresarial y liderazgo, en las asignaturas de la línea de administración del Área de sistemas constructivos, presentada por Byron Rabe y Gabriel Barahona. Aprobada en el Punto Primero, inciso 1.5, subincisos 1.5.1, 1.5.2 y 1.5.3 del Acta 19-2012 de Junta Directiva Se puede ver un ejemplo del planteamiento en http://byronrabe.blogspot.com/2014/07/gerencia-estrategica-de-la-arquitectura.html
[14] Gladys Mendizábal.  Investigación de Mercado sobre el impacto en la sociedad, de la labor del arquitecto egresado de la Universidad de San Carlos de Guatemala. (Universidad de San Carlos de Guatemala. 2008),
[15] En septiembre de 2008, la Facultad de Arquitectura fue acreditada por la Acreditadora Nacional de Programas de Arquitectura y Disciplinas del Espacio Habitable ANPADEH.  En marzo de 2010, la acreditación se realiza con la Agencia Centroamericana Acreditadora de Programas de Arquitectura e Ingeniería.
[16] Mangham, I, The politics of organizational change. (Westport, CT: Greenwood Press, 1979), 133.  Citado por Blasé en Las micropolíticas del cambio educativo.

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