viernes, 10 de junio de 2011

EL VALOR DE EDUCAR de Fernando Savater

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Savater habla del magisterio como la tarea más sujeta a quiebras psicológicas, a depresiones y a desalentada fatiga, acompañada por la sensación de sufrir abandono en  una sociedad exigente pero desorientada.  Hace una descripción de las grandes responsabilidades que se le cargan al maestro y del papel que tiene en la vida futura de sus educandos, pero también plantea otros criterios complementarios que perfilan una responsabilidad más amplia, que abarca a todos los actores involucrados con el proceso de aprendizaje.
Es indiscutible que se necesita de nuestro propio esfuerzo para alcanzar la humanidad plena y sólo se llega a serlo  por medio del aprendizaje.  Pero ser humano es también formar parte de un todo y vivir de manera efectiva dentro de una sociedad, si bien la genética nos predispone a llegar a ser humanos, es sólo por medio de la educación y la convivencia social que conseguimos efectivamente serlo. 
El enfoque que manifiesta Savater sobre que la educación humana es deliberada y coactiva, no deja de ser polémico, pera las explicaciones que da sobre esta opinión, desde mi punto de vista son válidas.  Y es que la educación ha perdido el nivel  de influencia en la juventud, las bases disciplinarias han decaído y de alguna manera esto ha afectado el comportamiento de muchos jóvenes.  
Respecto de la contraposición entre educación e instrucción. Sabater entiende a la primera como el conjunto de las actividades abiertas, entre las cuales la ética y el sentido crítico de cooperación social no son las menos distinguidas y la segunda se centra en las capacidades cerradas, básicas e imprescindibles pero no suficientes.  Es decir que, si bien las tendencias utilitaristas de la educación dan mayor atención a estas segundas, (porque hay enfoques claros que lo que persiguen es instrumentalizar al estudiante para que produzca), la situación es que se necesitan de ambas visiones para proporcionar una formación integral que genere personas capacitadas técnicamente pera también críticas y propositivas. Coincido en que lo primordial será enseñar a aprender, pero esto no implica sólo conocimientos y habilidades técnicas, también requiere de generar la capacidad para adaptarse y modificar el medio en que se vive.
Cuando Savater se refiere al eclipse de la familia, hace varias aseveraciones importantes, entre ellas que lo que se aprende en la familia tiene una indeleble fuerza persuasiva, que en los casos favorables sirve para fortalecer los principios moralmente estimables que resistirán luego las tempestades de la vida, pero en los desfavorables hace arraigar prejuicios que más tarde serán casi imposibles de extirpar. Es decir que la familia deja una huella positiva o negativa que posiblemente acompañará a la persona por el resto de su vida.  Y vuelve al tema del miedo, cuando dice que el aprendizaje familiar tiene como trasfondo el más eficaz de los instrumentos de coacción: la amenaza.  La amenaza de perder el cariño de aquellos seres sin los que no se sabe aún cómo sobrevivir, pues la principal motivación de nuestras actitudes sociales no es el deseo de ser amado, ni tampoco el ansia de amar, sino el miedo a dejar de ser amado.  Un interesante planteamiento que puede hacernos repensar en la relevancia de los procesos de aprendizaje y la trascendencia de la familia, sobre todo en esta época en que la familia ha perdido su consistencia, ha desestructurado los roles tradicionales y sufre crisis de autoridad para ayudar al crecimiento del niño, pero señala Sabater y coincido, que es la figura del padre la que ha sido más eclipsada.  Esta situación  se ha convertido en un serio problema que reciben directamente los maestros en la escuela.  Debido a las carencias familiares las escuelas se convierten en un núcleo de socialización insuficiente, en las cuales muchas veces los profesores están en incapacidad de enfrentar satisfactoriamente, en especial cuando muchos de ellos han sido parte de este problema y no tienen claramente definidos sus propios valores.
A esto se agrega la influencia de la televisión en los procesos educativos que en algunos momentos, ha sido señalada como la fuente de todos los males educativos.  Sin embargo, Savater lo ve desde una forma diferente, señala a Postman que afirma que lo que pasa es que la televisión educa demasiado y con fuerza irresistible.  Enseña lo que los niños de otras generaciones no estaban acostumbrados a aprender, el problema es que demasiado rápido y sin el acompañamiento del adulto, con lo que se rompen anticipadamente y sin el criterio suficientemente formado, muchas creencias y dogmas familiares y sociales. 
La conclusión más notoria en esta parte es que los maestros deben siempre recordar, aunque lo olviden los demás, que las escuelas sirven para formar gente sensata, no santos.  Considero una lección que debemos aprender todos los que nos dedicamos a la docencia.
Sobre la disciplina de la libertad, Reboul, en su Filosofía de la educación, sostiene que educar no es fabricar adultos según un modelo sino liberar en cada hombre lo que le impide ser él mismo, permitirle realizarse según su "genio" singular.
El aprendizaje del autocontrol se inicia con las órdenes e indicaciones de la madre, que el niño interioriza más tarde en una estructura psíquica dual que le hace a la vez emisor y receptor de órdenes: es decir, que aprende a mandarse a sí mismo obedeciendo a otros. La capacidad de vivir en el conflicto de forma civilizada pero no dócil es una señal de salud mental y social, no de agresividad destructiva. Y es que si el niño no aprende a convivir con los procesos y comportamientos naturales de la vida, no podrá en el futuro comportarse de manera exitosa y adaptada al contexto que le tocará vivir.
Cuando Savater habla de las humanidades, rompe de nuevo con los criterios que se manejan como dogmas por muchos intelectuales, hace énfasis en la pedantería pedagógica y e las posiciones anacrónicas que se resisten a recibir los cambios tecnológicos y educativos que se vienen dando.  Sin embargo coincido en que es  imprescindible que la enseñanza sepa narrar cada una de las asignaturas vinculándola a su pasado, a los cambios sociales que han acompañado su desarrollo, para poder comprender la importancia y trascendencia de lo que se aprende. Las verdaderas humanidades son las materias de estudio que conservan vivo el latido biográfico de quienes las exploraron, así como su deuda con nuestras necesidades vitales y nuestros sueños.  ¿Será que estamos transmitiendo este sentir, pero sobre todo que nosotros mismos lo tenemos claro?.  Al final coincido en que la educación humanista consiste, ante todo en fomentar e ilustrar el uso de la razón, esa capacidad que observa, abstrae, deduce, argumenta y concluye lógicamente.
De cualquier manera Savater afirma que la educación es siempre en cierto sentido conservadora, pero a la vez y a pesar de, es la apertura para realizar los cambios.  Y es que por mucho que se persiga mantener el status quo, la misma dinámica de las comunidades y del mundo van generando cambios que se ajustan a las nuevas realidades.  Algunos positivos y otros no pero cambios al fin.
Y respecto a la universalidad Savater señala que no es patrimonio exclusivo de ninguna cultura, sino una tendencia que se da en todas pero que también en todas partes debe enfrentarse con el provincianismo cultural de lo idiosincrásico insoluble, presente por igual en las latitudes aparentemente más opuestas. Es importante, por consiguinte propiciar un mundo integrado, que se comunique de manera efectiva, pero que también respete y promueva las diferencias, porque sin ellas el mundo y no sólo las comunidades, dejarían de ser lo que son. 
En síntesis un enriquecedor libro que me hizo analizar mis verdades desde puntos de vista diferentes.

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