El 3 de febrero de 2011 se realizó el acto oficial de toma de posesión del Tribunal de Honor del Colegio de Arquitectos de Guatemala. Asumieron Byron Rabe, Presidente; Marie Antoinnette Gomar, Vicepresidenta, Carla Zeyneb Pinto, Vocal 1; Edgar López, Vocal 2; Edwin Valdez, Vocal 3; Juan Pablo Vidaurre, Suplente, y, Luis Raúl Arango, suplente.
Discurso de Toma de Posesión como Presidente del Tribunal de Honor del Colegio de Arquitectos de Guatemala
Byron Rabe
La mente del hombre superior valora la honradez;
la mente del hombre inferior valora el beneficio.
Confucio
La ética es la Rama de la filosofía que estudia los fundamentos de lo que se considera bueno o moralmente correcto. En términos científicos la ética se define como la disciplina de la filosofía que reflexiona sobre cuáles son los principios teóricos que fundamentan los valores y las normas morales. Desde este marco, la ética es una reflexión teórica sobre la moral y, la moral, la que establece las normas que una comunidad identifica como correctas en un momento de la historia.
Henry More nos dice que "La ética es el arte de vivir bien y feliz." Albert Schweitzer por su parte, nos dice que "La ética no es otra cosa que la reverencia por la vida." Y Albert Camus, de una manera más ilustrativa, señala que "Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo."
Por su parte Kant relaciona la ética formal con la forma de actuar de un individuo, es la autonomía de consciencia en la que éste decide actuar de determinada manera. Se plantea una distinción entre ética y moral: la ética limitada al aspecto subjetivo individual, los criterios morales que son válidos en mi conciencia; en tanto que la moral se refiere al carácter normativo de la familia, la sociedad o el Estado. El fundamento de la ética es el valor manifiesto internamente en la reflexión de un sujeto, no el valor impuesto desde el exterior que obedecería a las normas morales.
El aspecto moral en el ejercicio profesional resulta decisivo para la eficiencia, la eficacia y el aporte social de las profesiones. En este plano debemos considerar los códigos y normas morales que rigen en nuestra cultura y nuestro contexto. ¿Cuáles son los criterios sobre el mal y el bien que permanecen vigentes?
Quizás es oportuno señalar que para definir si algo en particular, es moralmente malo, basta con preguntarnos si se lesiona algún derecho de los demás, si se bloquea el logro del bienestar general, si se instiga a otros a seguir una conducta que provoque efectos indeseables o dañinos para terceros, o si alguien se está causando un daño injustificable a si mismo. De no ser así, se entiende que el acto no genera implicaciones morales. Si a esto agregamos la regla de oro de la moral: no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti, estaríamos definiendo de manera sencilla un comportamiento moralmente aceptable. Tan sencillo como eso.
Pero si es tan simple ¿por qué hay tanta transgresión a la ética y a las normas morales?
Bueno, simplemente porque la mayoría de individuos responden a sus propias necesidades e intereses y, por supuesto, a sus propios valores. Una persona puede estar dispuesta a correr riesgos en función de lo que desea obtener, y toma acciones para su conveniencia individual habiendo decidido, o no, asumir el riesgo o castigo. En este momento se cae en el plano del ser, y se olvida el plano del deber ser.
En la actividad profesional, el modelo deontológico es el que más se presta para explicar y analizar el comportamiento profesional en el ámbito moral. Y es que, este puede tomar como base, la regla de oro. Se dispone a cumplir con el deber ser, orientado a la dignidad humana. Los derechos y deberes en el desempeño de cualquier profesión, se relacionan con las expectativas reciprocas de los diferentes actores participantes, es un proceso de mutuo interés, en el que cada quien espera obtener lo que el otro le puede dar.
Molina señala que el trabajo no responde, en forma primaria, a un propósito de gratificación personal; no se realiza en lo fundamental, con vistas a la satisfacción inmediata de su agente. El trabajo se efectúa para obtener una utilidad. Y es que, el profesional espera obtener un producto de su trabajo, al igual que espera obtenerlo el cliente. El punto central de la discusión se sitúa en esa relación que se da entre el esfuerzo y la retribución; y, esta relación puede dar como resultado serios problemas morales, sobre todo en función de lo que cada quien considera que es justo. A pesar de la firma de contratos, alguno de los intervinientes en esta relación, puede sentirse engañado o utilizado. Esto compete al campo de la ética, puesto que un contrato debe respetarse, pero un sentimiento de engaño, se graba en la memoria y la conciencia de la gente y repercute en la imagen y futura aceptación del profesional o de la profesión misma. Esos efectos indirectos cobran mucha relevancia, pero se relacionan más con el juicio moral que con el juicio legal. Y si esto no está claro, quizas Gandhi nos ilustre mejor: “He desobedecido a la ley no por querer faltar a la autoridad, sino por obedecer a la ley más importante de nuestra vida: la voz de la conciencia.”
Kant señala que "En términos legales, un hombre es culpable cuando viola los derechos de otros. En ética, lo es sólo con que piense en hacerlo." En la misma línea nos dice Pascal (aunque algunos autores lo atribuyen a More): "Toda nuestra dignidad estriba en el pensamiento. Esforcémonos, pues, por pensar bien: este es el principio de la ética." Por eso Albert Einstein nos plantea un polémico punto que se resume a nuestra propia responsabiidad individual: “El verdadero valor de un ser humano puede hallarse en el grado hasta el cual ha conseguido liberarse de sí mismo.”
Y si bien la ética se refiere al estudio de la moral y del accionar humano para promover los comportamientos deseables, también supone la elaboración de un juicio moral y una norma que nos señala cómo deberíamos actuar los integrantes de una sociedad. Conductas que no siempre son seguidas o respetadas, o validadas de igual manera en tiempos y contextos diferentes.
Por eso existen los tribunales de honor, para velar por la ética profesional y contribuir a regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión, en un tiempo, una actividad y un contexto específico. No obstante que en términos generales, la ética no es coactiva, a nivel profesional se puede exigir un comportamiento correcto basado en los códigos deontológicos que regulan el comportamiento del profesional.
La deontología es parte de lo que se conoce como ética normativa y presenta una serie de principios y reglas de cumplimiento obligatorio; de allí la gran responsabilidad que asumimos al ser electos como miembros del Tribunal de Honor del Colegio de Arquitectos. Una responsabilidad que nos obliga a estar en congruencia con los valores éticos en las decisiones que tomemos, que nos requiere asumir y diferenciar lo que la ética sugiere como deseable y condenar lo que no debemos hacer como profesionales. Para ello contamos con las herramientas deontológicas y administrativas que nos ayudarán a actuar de la mejor manera posible para garantizar la acción ética en nuestra profesión. Esta es nuestra responsabilidad y es nuestra promesa hacia el gremio que nos eligió.
Concluyo con las palabras de Fernando Sabater, un gran estudioso de la ética: “Después de tantos años estudiando la ética, he llegado a la conclusión de que toda ella se resume en tres virtudes: coraje para vivir, generosidad para convivir, y prudencia para sobrevivir”.
Guatemala, 3 de febrero de 2011
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